Camina por las antiguas ruinas mayas de Chichen Itzá con un guía local, nada en dos cenotes muy diferentes—la magia tranquila de Suytun y la energía salvaje de Ik-Kil—y termina el día recorriendo las coloridas calles de Valladolid. Prepárate para momentos de asombro, risas con desconocidos y agua fresca tras caminos de piedra caliente.
No esperaba que el viaje en bus desde Valladolid fuera tan cómodo—quizá fue el sándwich (jamón y queso, nada del otro mundo) o simplemente la forma en que nuestra guía, Ana, señalaba detalles que uno no nota si no es local. Nos repartió paraguas antes de llegar a Chichen Itzá. Pensé que era exagerado hasta que bajé y sentí el sol como un muro. Las piedras alrededor de El Castillo casi brillaban con el calor. Ana nos contó sobre la serpiente de sombra en el equinoccio—lo explicó como si fuera una historia que le contaba su abuela de niña. Intenté imaginarla, pero solo pude entrecerrar los ojos mirando las escaleras, preguntándome cómo alguien podía subirlas en esa época.
Después de recorrer las ruinas (y sí, tomar mil fotos), nos fuimos al Cenote Suytun. El aire cambió al acercarnos: más fresco, húmedo, con ese olor mineral que se queda en la piel tras nadar. Hay una plataforma de piedra justo en el centro donde todos se alinean para la foto con ese rayo de luz que entra desde arriba. Me sentí un poco ridículo parado ahí, pero también impresionado. El agua estaba tan fría que me hizo jadear, pero en el buen sentido. Unos niños reían y chapoteaban cerca; su papá intentaba que miraran a la cámara, pero ellos solo querían flotar.
Luego tocó el turno de Ik-Kil—más lleno, más dramático con las lianas colgando y las voces rebotando en las paredes. Los chalecos salvavidas eran obligatorios (y con razón, porque es profundo). Recuerdo sentirme pequeño flotando bajo todo ese verde. Perdí la noción del tiempo ahí, solo dejándome llevar y viendo cómo la luz del sol parpadeaba en la superficie. Después nos secamos en piedras calientes y charlamos con una pareja de Mérida que juraba por un lugar de tacos en el pueblo (aún me arrepiento de no apuntar el nombre).
La última parada fue Valladolid—una caminata corta, pero suficiente para asomarse a algunas tiendas y ver a la gente charlando afuera de casas pintadas de colores pastel. El día se sintió largo y a la vez extraño de corto; sigo pensando en ese momento de meterme al agua fría de Suytun después de tanto calor en Chichen Itzá. Si buscas una excursión desde Valladolid o incluso desde Mérida (espera—¡no Mérida! Todavía confundo mis viajes), esta incluye historia, nado, comida y esas sorpresas que no planeas.
La excursión dura todo el día e incluye paradas en Chichen Itzá, cenotes Suytun e Ik-Kil, y Valladolid.
Se ofrece un sándwich a bordo junto con bebidas como agua, refrescos o cerveza.
Sí, el precio incluye las entradas y los impuestos para Chichen Itzá.
Sí, está permitido nadar en los cenotes Suytun e Ik-Kil.
Sí, el transporte de ida y vuelta es en vehículo con aire acondicionado.
No, en Ik-Kil proporcionan los chalecos salvavidas.
Un guía local bilingüe te acompañará durante todo el recorrido.
La excursión incluye recogida; consulta los detalles al reservar para saber los puntos exactos.
Tu día incluye transporte ida y vuelta con aire acondicionado y recogida, entradas a Chichen Itzá y a los cenotes Suytun e Ik-Kil (con chalecos salvavidas), paraguas para protegerte del sol en las ruinas, un sándwich con bebidas a bordo—agua, refresco o cerveza—y la guía de un experto local bilingüe antes de regresar pasando por el vibrante Valladolid.
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