Comienza temprano con recogida en hotel y desayuno en el camino a Chichén Itzá, donde un guía certificado revive la historia maya. Refresca nadando en el cenote Santuario Tsukán cerca de Valladolid antes de disfrutar un buffet yucateco con bebidas ilimitadas. Sabores auténticos, sonrisas cálidas y momentos para recordar mucho después de volver a casa.
Confieso que no esperaba estar despierto antes del amanecer en Playa del Carmen, pero así empezó esta excursión a Chichén Itzá: con café en mano dentro del bus mientras nuestro guía, Carlos, nos contaba el plan. El camino estaba tranquilo, solo se escuchaba el suave ruido de todos abriendo sus cajas de desayuno (el panqueque aún estaba tibio). Para cuando llegamos a Chichén Itzá, el sol ya pegaba fuerte sobre las piedras. Carlos repartió botellitas de agua y esos audífonos que siempre pierdo, y nos llevó directo a las ruinas. Se detenía a señalar detalles que jamás habría notado: grabados de jaguares, sombras en las escaleras. También había vendedores locales montando sus artesanías; intenté decir “gracias” con mi acento y me regalaron una sonrisa enorme.
El calor subió rápido al mediodía. Después de recorrer la cancha de juego y tomar fotos (todavía recuerdo esa vista desde atrás de El Castillo), volvimos al bus para lo que pareció un viaje corto, aunque tal vez me quedé dormido un rato. El cenote Santuario Tsukán parecía casi irreal: agua azul profundo bajo raíces enredadas. Meterse fue un choque después de tanto sol; el agua tenía un sabor mineral suave y dejó mi piel fresca por horas. Algunos niños reían intentando salir por las rocas resbaladizas. Mi traje de baño aún olía a piedra caliza horas después.
Valladolid me sorprendió: casas de colores pastel y un ritmo tranquilo, muy distinto al bullicio de Chichén. La comida en La Casona de Valladolid fue un torbellino de sabores: sopa de lima, cochinita pibil (también había opciones vegetarianas), y alguien no dejaba que mi vaso quedara vacío. Si te queda tiempo después de comer, date una vuelta afuera: la catedral está justo ahí y la gente local se sienta a la sombra, abanican y charlan en voz baja. El día fue largo pero lleno; al regresar a Cancún o Playa del Carmen, todos revisaban fotos o miraban el paisaje verde infinito. No sé si alguna vez dormí tan bien después de un tour.
El tour dura aproximadamente 12 horas, incluyendo el traslado.
Sí, el transporte ida y vuelta desde la mayoría de hoteles en Cancún, Playa del Carmen y Riviera Maya está incluido.
Sí, hay tiempo para nadar en el cenote Santuario Tsukán cerca de Valladolid.
Incluye desayuno a bordo y almuerzo buffet con bebidas ilimitadas en La Casona de Valladolid.
Un guía certificado y bilingüe te acompaña y comparte la historia maya.
Sí, en La Casona de Valladolid hay opciones vegetarianas y veganas.
Ropa cómoda, zapatos para caminar, bloqueador biodegradable, traje de baño y toalla.
Sí, la entrada a Chichén Itzá está incluida en la reserva.
Tu día incluye recogida y regreso en van de lujo o autobús panorámico desde Cancún o Playa del Carmen, entradas a Chichén Itzá con tour guiado y tiempo libre para explorar por tu cuenta, acceso para nadar en el cenote Santuario Tsukán (no olvides tu traje de baño), desayuno en ruta, bebidas ilimitadas durante el almuerzo buffet en La Casona de Valladolid con platos regionales (opciones veganas/vegetarianas), botella de agua reutilizable con porta para recorrer bajo el sol, todo para que regreses cómodo esa misma tarde.
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