Recorre las calles vibrantes de CDMX con un guía local, prueba tamales y tacos en dos mercados llenos de vida y aprende a preparar salsa auténtica en un negocio familiar. Ríe con comida casera, admira murales que casi puedes tocar y vive momentos que quedan para siempre, como el sabor de tortillas calientes o la emoción de tu primer viaje en metro.
Nos refugiamos bajo el toldo del Mercado Abelardo Rodríguez, esquivando a un hombre que cargaba cajas de mango sobre el hombro. Las paredes aquí están llenas de murales — no uno ni dos, sino historias completas pintadas sobre el yeso. Nuestra guía, Ana, se detuvo frente a una pieza desgastada de Diego Rivera y nos contó cómo los artistas escondían pequeños chistes en las esquinas. Yo seguía mirando cuando me entregó un tamal humeante envuelto en hoja de maíz. Estaba suave y con ese sabor a tierra — casi me quemo la lengua, pero no me importó. El aroma de la masa se mezclaba con un leve olor a jabón de un puesto cercano. Una mujer que vendía flores nos guiñó un ojo al pasar — parecía que sabía algún secreto del día que nos esperaba.
Ana nos llevó por callejones hasta el metro — la verdad, me daba un poco de miedo usarlo, pero ella lo hizo parecer sencillo. El tren retumbaba en los túneles mientras vendedores subían para ofrecer dulces y cargadores de celular. Bajamos cerca del Mercado Jamaica y nos topamos con un estallido de colores y aromas: lirios, cempasúchiles, cubetas de rosas más altas que yo. Alguien pasó rodajas de piña espolvoreadas con chile; dulce y luego un toque picante en la lengua. Probamos tacos después (de esos que se comen de pie para no derramar salsa) y tepache que burbujeaba un poco pero sabía a verano.
La última parada fue una tiendita familiar escondida entre montones de ollas de barro. El hijo del dueño nos mostró cómo moler chiles para la salsa en un molcajete de piedra — ¡mis brazos no daban para tanto comparados con los suyos! Se rió cuando intenté pronunciar “molcajete” bien (la verdad lo arruiné). Todos nos juntamos alrededor de su mesa en la cocina, untando salsa en totopos aún calientes. Había algo en esa invitación tan natural — una calidez cotidiana, nada forzado. A veces, cuando como totopos en casa, me acuerdo de ese momento.
El recorrido es de unos 6 km por mercados y calles concurridas; puede ser cansado si no estás acostumbrado a caminar distancias largas.
Sí, se pueden organizar opciones vegetarianas, sin gluten o sin lactosa si avisas al menos 24 horas antes.
Sí, parte de la experiencia incluye usar el Metro de CDMX, y tu guía te ayudará a moverte sin problema.
Probarás varios antojitos como tacos y tamales, además de bebidas tradicionales como atole y tepache; todo está incluido.
Lo ideal es vestir cómodo y discreto — pantalones largos o jeans y camiseta, ya que visitarás zonas poco turísticas; lleva impermeable si es temporada de lluvias.
Puedes llevar cámaras pequeñas para fotos; equipos profesionales grandes no son recomendados para esta experiencia.
Tu día incluye un recorrido a pie guiado por el Centro Histórico con degustaciones de comida callejera clásica como tacos y tamales (y bebidas tradicionales), viajes en transporte público por barrios de CDMX, visitas al Mercado Melchor Múzquiz y al Mercado Jamaica de flores, una clase práctica para preparar salsa con una familia local, y muchas oportunidades para charlar con gente del lugar antes de regresar caminando.
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