Si quieres salir de los caminos trillados en Mauricio, esta excursión en coche te permite explorar paisajes salvajes del sur, nadar bajo una cascada escondida y probar comida local auténtica —todo en un solo día.
El polvo rojo se levantaba tras nuestro buggy al salir de Andrea Lodges, el aire de la mañana aún fresco pero ya con ese toque salado del océano. El camino serpenteaba entre campos de caña de azúcar —a veces se percibe el aroma a caña quemada si es temporada de cosecha— y pronto escuchamos el choque de las olas antes de ver los acantilados de Gris Gris. Nuestro guía, Ashvin, señaló La Roche qui Pleure (“la roca que llora”) y explicó cómo el rocío del mar le da esa apariencia de estar llorando. Paramos para hacer fotos; de verdad, te sientes diminuto frente a esas olas salvajes.
La siguiente parada fue Rochester Falls. El camino se volvió un poco accidentado —cuidado con los charcos de barro después de la lluvia— pero eso hizo que el baño fuera aún más refrescante. Hay un aroma terroso de las rocas húmedas y los mangos cercanos. Tuvimos unos treinta minutos para zambullirnos; el agua está fría al principio, pero te despierta al instante. Los locales a veces venden piña fresca con sal y chile cerca del estacionamiento —vale la pena probar si los ves.
El almuerzo en Andrea Lodges fue justo lo que necesitábamos: comida sencilla mauriciana (yo pedí curry de pescado con arroz) servida justo frente a esos acantilados volcánicos. Se escuchan pájaros y a veces el balido de cabras en algún lugar abajo. Si tienes alguna necesidad alimentaria, solo avísales al reservar —están acostumbrados a todo tipo de peticiones.
Niños a partir de 6 años pueden participar como pasajeros si van acompañados por un adulto. Los conductores deben tener al menos 16 años.
Sí, solo menciona tus necesidades al reservar y te prepararán algo especial.
Lleva traje de baño, toalla y quizás zapatos de agua —las rocas cerca de Rochester Falls pueden estar resbaladizas.
Sí, hay opciones de transporte público cerca de Andrea Lodges si no conduces tú mismo.
Tu excursión incluye todos los impuestos y tasas, un almuerzo típico mauriciano con vistas a los acantilados volcánicos, y tiempo para nadar en una cascada privada. Solo trae tu espíritu aventurero —y quizás un cambio de ropa.
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