Sube a un carruaje clásico y deja que Marrakech se despliegue a tu alrededor: sonidos del mercado, muros de palacios y hasta historias familiares contadas por tu guía local. Momentos tranquilos por callejones de la medina y escenas de la vida diaria que no verías caminando o en taxi. Un paseo relajado pero lleno de vida, ideal para disfrutar el color auténtico de la ciudad sin prisas.
El primer sonido que capté fue el golpeteo de los cascos sobre la piedra. Acabábamos de subir al carruaje verde cerca del borde de la medina, y ese ritmo constante de clop-clop se abría paso entre el bullicio de la ciudad. Nuestro conductor, Hassan (con cara amable y una camisa azul descolorida), movió suavemente las riendas y arrancamos, sorteando motos y ancianos con carretas llenas de naranjas. El aire olía a polvo y té de menta. Intenté saludar a unos niños, pero solo me sonrieron y respondieron algo en darija — no entendí, pero hizo reír a Hassan.
Pasamos junto a la plaza Jemaa el-Fna — no por el centro, sino bordeándola. Los encantadores de serpientes ya recogían sus cosas para la noche, y se escuchaban tambores desde algún rincón más profundo. Hassan señaló un arco de azulejos que yo habría pasado por alto; nos contó que era parte de un muro de un antiguo palacio y compartió una historia rápida sobre su abuelo que trabajaba cerca cuando era joven. No esperaba que eso me tocara — hay algo especial en escuchar recuerdos familiares mientras ves motos zigzaguear entre piedras milenarias.
El paseo fue más lento de lo que imaginaba (y para bien). Se ven detalles: los tonos rosas desvaídos en las paredes, la ropa tendida que se mueve sobre nuestras cabezas, mujeres regateando por especias justo a nuestro lado. En un momento paramos para que intentara sacar una foto de una tienda de faroles — no salió bien porque tenía las manos temblorosas, quizá por la emoción o el café de antes. Aun así, sigo pensando en esa calle estrecha con la luz reflejada en lámparas de latón.
Cuando regresamos al punto de partida, me di cuenta de que no había mirado el móvil ni una sola vez. No sé si fue el ritmo del caballo o esa sensación de entrar en la vida cotidiana de alguien por una hora. Si quieres ver Marrakech de otra manera — sin prisas, sin barreras— este paseo en carruaje es perfecto. Y sí, incluye todo lo necesario: tarifas del carruaje y un conductor que conoce estas calles como la palma de su mano.
El tour dura aproximadamente 1 hora de principio a fin.
Te encuentras con el conductor en un punto de encuentro en el centro de Marrakech.
Sí, hay paradas designadas para tomar fotos de los puntos más destacados.
El conductor del carruaje también actúa como guía durante todo el recorrido.
Los bebés pueden sentarse en el regazo de un adulto o ir en cochecito; es apto para todos los niveles físicos.
Pasarás por la plaza Jemaa el-Fna, palacios, monumentos históricos y calles de la medina.
Sí, los animales de servicio están permitidos durante el paseo en carruaje.
Tu experiencia incluye todas las tarifas del carruaje y la guía de un conductor local que comparte historias durante el recorrido—solo tienes que presentarte en el punto de encuentro en el centro de Marrakech y el resto está cubierto.
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