Recorrerás la medina de Marrakech con tu cámara en mano, aprendiendo trucos de un guía local mientras capturas mezquitas, zocos y rincones escondidos. Prepárate para risas durante las pausas de té de menta, pequeñas sorpresas en cada callejón y la sensación de ver la ciudad con ojos nuevos al final del día.
Desperté antes del amanecer, pero Marrakech ya vibraba con vida. Nuestro guía, Youssef, nos recibió con una sonrisa y un suave “salaam” mientras nos llevaba por el primer callejón estrecho. El aire olía a polvo y naranjas. Aún medio dormido, luchaba con la correa de mi cámara, y Youssef solo asintió señalando la luz que iluminaba la mezquita Koutoubia. “Mira cómo brilla,” susurró. Intenté captarlo, aunque mis ajustes estaban fuera de lugar (otra vez). No le importó, me mostró cómo corregir para esos muros ocres. Más que una clase, se sentía como pasear con un amigo paciente.
Seguimos hacia la kasbah, donde niños corrían camino a la escuela y un anciano vendía té de menta en la esquina. Youssef explicó la exposición manual mientras observábamos cómo las sombras se deslizaban sobre puertas con azulejos. Confieso que me distraje con un gato dormido en una moto; le saqué unas diez fotos antes de darme cuenta que los demás ya habían avanzado. Pero no había prisa. Incluso en el barrio judío, con sus azules desgastados y pintura descascarada, nos animó a experimentar. Jugué con el balance de blancos; la mitad de mis fotos salieron con tonos rosados, pero de alguna forma eso encajaba con el lugar.
Al mediodía llegamos a la plaza Jemâa el Fna, un torbellino de sonidos, colores y humo de los puestos de comida. Mis manos olían a canela por un pastel que Youssef insistió en que probáramos (no recuerdo el nombre; Li se rió cuando intenté decirlo en árabe). Este curso privado no era solo sobre cámaras o lentes, sino sobre fijarse en los detalles: gestos entre comerciantes, la luz reflejada en lámparas de latón en el zoco, y cómo hasta el silencio tiene textura si lo escuchas con atención. Terminamos perdiéndonos un rato en esos callejones laberínticos — no perdidos del todo, pero ya sabes — y honestamente, ahí salieron algunas de mis fotos favoritas.
Sí, es perfecto tanto para quienes nunca han usado una cámara como para fotógrafos con experiencia.
Recorrerás la mezquita Koutoubia, la kasbah, el barrio judío (mellah), la plaza Jemâa el Fna, los zocos y los callejones laberínticos.
Incluye café o té durante el paseo.
Sí, todas las zonas son accesibles y hay opciones de transporte adaptado.
No se especifica el tiempo exacto, pero dura varias horas recorriendo distintos barrios a pie.
Sí, los bebés y niños pequeños pueden ir en cochecito o carrito durante el tour.
El guía te enseñará paso a paso según tu nivel, incluyendo ajustes manuales y efectos creativos.
Tu día incluye guía local fotógrafo por la medina de Marrakech, con paradas para café o té; todas las rutas son accesibles para silla de ruedas, para que todos puedan explorar juntos lugares icónicos como la mezquita Koutoubia y la plaza Jemâa el Fna.
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