Sentirás cómo Marrakech se desvanece mientras recorres su desierto en quad con un guía local. Prepárate para senderos polvorientos entre palmerales, encuentros con la vida bereber, risas con los habitantes y recogida en hotel para que solo tengas que llegar listo para la aventura. Ese primer sorbo de té de menta después del polvo se te quedará para siempre.
Ya estábamos saltando por las afueras de Marrakech antes de darme cuenta de lo lejos que habíamos dejado el ruido de la ciudad. El conductor nos recogió justo en nuestro riad — sonrió cuando intenté hablar un poco de francés oxidado, pero la mayoría del tiempo solo mirábamos cómo la ciudad se desvanecía tras las ventanas llenas de polvo. Unos cuarenta minutos después, llegamos a un pequeño campamento base donde los quads estaban alineados, todos rojos y un poco desgastados. El aire olía seco y fuerte, como sol sobre piedra y gasolina. Nuestro guía — creo que se llamaba Youssef — nos entregó los cascos y nos dio una charla de seguridad que era mitad seria, mitad broma sobre “no competir entre nosotros a menos que quieran comerse arena”.
Nunca había conducido un quad antes (estaba un poco nervioso), pero la verdad es que son fáciles — solo giras el acelerador y listo. Salimos detrás de Youssef, levantando nubes de polvo que me entraban en los dientes. El paisaje cambió más rápido de lo que esperaba: primero palmeras, luego arbustos secos y dispersos, y después tramos abiertos y rocosos donde todo parecía deslavado por el sol. Hubo un momento en que pasamos junto a un grupo de niños locales que saludaban desde detrás de un muro bajo; uno gritó algo en árabe y Youssef respondió — no tengo ni idea de lo que dijeron, pero todos se rieron. Esa escena se me quedó grabada más que cualquier foto.
En algún punto del camino paramos cerca de una aldea bereber. No era nada preparado, solo la vida real pasando: un hombre mayor guiando un burro, mujeres charlando en las puertas, humo saliendo de algún lugar oculto. Si prestabas atención, podías oler el pan recién horneado. No nos quedamos mucho (los quads ya estaban impacientes), pero había una sensación extraña de ser a la vez invitado y extraño. Después seguimos rodando — ahora con más polvo, mi camiseta prácticamente arruinada — hasta que finalmente regresamos al campamento, donde nos esperaba un té de menta dulce, tan dulce que te dolían los dientes. Aún recuerdo esa vista del terreno plano mientras volvíamos.
El traslado dura unos 40 minutos desde Marrakech hasta el punto de inicio.
Sí, la recogida y regreso al hotel están incluidos en la reserva.
No, no se requiere experiencia previa; los quads son automáticos y fáciles de manejar.
Usa ropa cómoda que no te importe ensuciar; los cascos los proporcionan ellos.
La edad mínima es 18 años para poder participar.
Sí, un instructor local con experiencia te acompañará durante todo el recorrido.
No incluye comida completa, pero se sirve té de menta tradicional al final.
Sí, se para cerca de aldeas bereberes y en puntos con buenas vistas.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel en Marrakech, uso de quad automático con casco, guía local experto durante todo el recorrido por el desierto, y una pausa para disfrutar un dulce té de menta marroquí antes de volver a la ciudad.
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