Si quieres descubrir Marruecos más allá de Marrakech—pasos de montaña, kasbahs ancestrales, historia del cine—esta excursión de un día lo reúne todo sin prisas.
El despertador sonó antes del amanecer, pero la verdad es que ya estaba medio despierto, emocionado por lo que nos esperaba. Nuestro conductor llegó puntual y a las 7:10 ya estábamos esquivando el tráfico matutino de Marrakech. La ciudad quedó atrás rápido; pronto éramos solo nosotros, la carretera abierta y las montañas del Atlas asomándose en la distancia. El aire se volvió más fresco a medida que subíamos y, en un momento, por la ventana entreabierta llegó un aroma a tomillo silvestre. Cerca del paso de Tizi n’Tichka, el guía paró para que estiráramos las piernas y tomáramos algunas fotos; la vista realmente te hace detenerte un instante. Allí arriba hay un pequeño café donde los locales disfrutan de un té de menta; yo me tomé uno para calentar las manos.
Aït-ben-Haddou apareció en el horizonte después de otra hora más, con sus muros de adobe casi fundiéndose con las colinas que lo rodean. Caminar por sus callejuelas estrechas fue como entrar en un set de película (que, como nos contó el guía, no está tan lejos de la realidad). Los fans de Gladiator reconocerán algunas esquinas al instante. Pasamos junto a niños jugando al fútbol en el polvo y mujeres vendiendo bufandas hechas a mano bajo toldos de mimbre. El almuerzo fue sencillo: brochetas de pollo a la parrilla en un puesto a la orilla del camino, pero después de tanto caminar, supo a gloria.
Ouarzazate tiene una energía tranquila. El sol pegaba fuerte a media tarde, reflejándose en los antiguos decorados de cine frente a los Atlas Studios. Nuestro guía nos contó historias sobre el rodaje de Lawrence de Arabia aquí; incluso conocía a alguien que trabajó como extra en aquellos tiempos. Al caer la tarde, emprendimos el regreso a Marrakech, cansados pero contentos. Todavía llevaba arena en los zapatos cuando nos dejaron alrededor de las 7:30 p.m., un pequeño recuerdo de un día largo pero inolvidable.
Son unas 3 horas en coche por trayecto, con paradas para descansar y hacer turismo.
¡Sí! El ritmo es tranquilo y hay muchas oportunidades para descansar o tomar fotos durante el camino.
Por supuesto, tendrás tiempo para recorrer las callejuelas de la kasbah e incluso subir para disfrutar de las vistas si quieres.
El vehículo cuenta con aire acondicionado (créeme, eso importa), además incluye recogida y regreso al hotel en Marrakech. ¡También se admiten animales de servicio!
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