Cambia el ruido de la ciudad por el aire seco del desierto en esta aventura en Agafay: recorre terrenos salvajes en quad con guía local, monta en camello al atardecer y disfruta de té de menta y tagine marroquí en una cena con espectáculo bajo faroles — momentos que recordarás para siempre.
¿Alguna vez te has preguntado a qué huele el desierto de Agafay justo después del atardecer? Yo no, la verdad, hasta que bajamos la ventana en el último tramo desde Marrakech y nos llegó ese aire seco y picante — no era arena, más bien piedra cálida y hierbas silvestres. Nuestro conductor, Youssef, sonrió al vernos estirar el cuello para echar un vistazo a esas colinas rocosas. “Aquí no hay dunas de arena,” dijo, “pero espera a ver cómo la luz las ilumina.” Tenía razón. Las quads nos esperaban agrupadas junto a unos olivos secos, los motores ya rugiendo bajo. Mi casco estaba un poco torcido, pero a nadie le importó — sobre todo a nuestra guía, Fátima, que solo me ajustó la correa y me dijo que siguiera su rastro de polvo.
Confieso que estaba nervioso con lo del quad. Pero cuando empezamos a saltar por esos caminos pedregosos (y sí, casi pierdo las gafas de sol), fue una sensación extraña y liberadora — viento en la cara, ese ligero aroma a gasolina mezclado con tomillo que venía de algún lado. Fátima no dejaba de mirarnos de reojo. En un momento paró para que viéramos a un pastor guiando sus cabras por la cresta; nos saludó sin detenerse. Tras una hora, las manos me zumbaban del manillar y ya estaba listo para algo más tranquilo.
Los camellos eran más altos de lo que imaginaba — el mío me miraba como si lo hubiera visto todo antes. Partimos justo cuando el sol empezaba a esconderse tras el Atlas. Solo se oían las patas de los camellos pisando la grava y un teléfono sonando con música gnawa antigua (no era el mío, ojalá). El cielo se tiñó de un naranja-rosado suave que dejó a todos en silencio un par de minutos. Ya en el campamento sirvieron un té de menta tan dulce que casi me dolían los dientes y sacaron tagines que aún burbujeaban bajo sus tapas.
No esperaba reír tanto durante la cena — hubo tambores, cantos y un chico que intentó enseñarnos un paso de baile bereber (yo lo hice fatal). Sentados bajo guirnaldas de faroles con desconocidos que de repente parecían amigos… todavía recuerdo esa vista de las luces de Marrakech parpadeando a lo lejos. No es algo que puedas fotografiar bien.
Está a unos 45 minutos en coche desde el centro de Marrakech hasta el desierto de Agafay.
Sí, los guías dan instrucciones y supervisan todo; no se necesita experiencia previa.
Incluye entrantes marroquíes, tagine, fruta de temporada, además de música en vivo y baile.
Sí, el traslado desde tu alojamiento en Marrakech está incluido en el paquete.
Tu día incluye recogida en tu hotel en Marrakech, una hora guiada de quad por los senderos rocosos de Agafay, un paseo en camello al atardecer de una hora, varias pausas para té de menta y una cena marroquí completa con música en vivo antes de regresar cómodamente a tu alojamiento por la noche.
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