Recorre en tuk tuk las calles antiguas de Mdina, degusta café maltés tradicional en los acantilados de Dingli con vistas al mar y pasea por jardines donde los locales se relajan. Con audio guía y paradas para probar snacks, te sentirás cuidado y libre para absorber cada detalle que Malta te ofrece.
“¿Alguna vez has ido en tuk tuk?” nos sonrió el conductor mientras nos acomodábamos — yo no, y la verdad, era justo ese toque especial que Malta necesitaba. Primero cruzamos Rabat, entre casas de piedra caliza dormidas, hasta llegar a la Domus Romana. El aire olía a piedra antigua y tierra calentada por el sol. Nuestro guía (¿Mario? ¿Mark? soy pésimo con los nombres) señaló las columnas desgastadas y nos contó sobre las fiestas romanas que aquí se armaban — parecía que sabían cómo disfrutar la comida. Intenté imaginarlo, pero me distraía el sonido de niños jugando detrás de los muros.
La Puerta de Mdina apareció rápido — imposible perderse ese arco dorado, tallado y majestuoso. Afuera había un vendedor de tunas (no compré, y ahora me arrepiento). Dentro de Mdina todo resonaba: pasos sobre piedra, risas que rebotaban en callejones estrechos. Avanzábamos despacio para captar cada detalle — estatuas con bordes rotos, un gato dormido en un alféizar. En la iglesia de San Pablo en Rabat reinaba el silencio salvo por unas campanas lejanas. El aire adentro era fresco y olía a cera.
Luego el tuk tuk nos llevó hacia los acantilados de Dingli — el viento se levantaba y el cielo se abría infinito. La capilla de Santa Magdalena está ahí, al borde, como si en cualquier momento pudiera salir volando. Bajamos para probar el café maltés (amargo y especiado — nada que esperaba) y un dulce que no logro pronunciar; Li se rió cuando intenté decirlo en maltés — seguro lo arruiné. El mar abajo era un silencio azul enorme. Por último visitamos los Jardines de Buskett: verde por todos lados, pájaros cantando entre los árboles, viejos jugando a las cartas bajo un olivo. La antigua estación de tren parecía olvidada, pero con orgullo.
Sigo pensando en esa vista desde los acantilados de Dingli — sal en los labios por el viento, manos pegajosas por el azúcar del pastel. Nunca imaginé que Malta se sintiera tan llena de capas o tan fácil de recorrer con movilidad limitada (mi tía también vino; le encantó no tener que caminar mucho). En fin, si buscas un día tranquilo pero lleno de pequeñas sorpresas… esta excursión en tuk tuk por Mdina y Dingli se queda contigo.
Sí, el tour está pensado para que sea cómodo y accesible para personas con movilidad limitada.
Sí, podrás probar café maltés tradicional y un dulce o snack local durante el recorrido.
Los tours son para grupos pequeños de hasta cuatro personas por vehículo.
Sí, incluyen auriculares para que escuches la guía en cada parada o mientras recorres.
Verás la Domus Romana, la Puerta de Mdina, la iglesia de San Pablo en Rabat, la capilla de Santa Magdalena cerca de los acantilados de Dingli, los Jardines de Buskett y la antigua estación de tren de Rabat.
No se menciona recogida en hotel; sin embargo, hay opciones de transporte público cerca.
Sí, hay asientos especiales para bebés si los necesitas.
Vas en tuk tuk al aire libre, ideal para quienes prefieren evitar caminatas largas, y además disfrutas degustaciones durante el recorrido.
Tu día incluye todas las entradas y paradas en tuk tuk al aire libre con tiempo para fotos (aunque vayas despacio con la cámara), auriculares para escuchar historias en cada sitio, y degustaciones de café maltés tradicional con un dulce o snack local antes de regresar — así no pasarás hambre ni te perderás nada de lo mejor en las sinuosas carreteras de Malta.
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