Probarás cuatro vinos malteses acompañados de cinco chocolates artesanales mientras un guía local comparte las historias detrás de cada sabor. Prepárate para risas con maridajes sorprendentes (como Girgentina con chocolate blanco), charlas en grupo pequeño y un ritmo tranquilo para disfrutar tanto los sabores como la cultura local — recuerdos que te llevarás mucho después del último sorbo.
Lo primero que noté no fue el vino, sino el aroma a cacao en el aire, dulce y profundo, pero sin ser empalagoso. Acabábamos de sentarnos en una larga mesa de madera en Malta, con la luz del sol colándose por las persianas, cuando nuestra guía, Marisa, nos sirvió copas de Gellewza. Nunca había oído hablar de ese vino. Ella sonrió y dijo: “Espera a probarlo con el chocolate negro.” Yo estaba escéptico, ¿vino y chocolate? Pero luego nos explicó cómo estas uvas maltesas crecen en suelos rocosos bajo el sol intenso, y de repente la cata se convirtió en una historia.
En mi plato había cinco chocolates — algunos espolvoreados con cacao, uno casi demasiado bonito para comer. El vino blanco Girgentina fue la sorpresa; tenía un sabor fresco, casi cítrico, y cuando lo probé con el chocolate blanco cremoso que Marisa recomendó, me eché a reír en voz alta. No esperaba que esa combinación funcionara. El grupo guardó silencio un momento tras esa primera pareja — se oía la silla de alguien rozando el suelo — y luego todos empezaron a comentar cuál sabor les había impactado más. Fue fácil conectar con desconocidos gracias a algo tan simple como el chocolate.
No dejaba de fijarme en cómo Marisa describía cada vino — movía las manos en círculos pequeños al hablar del “bouquet”, que sonaba mucho más elegante que como yo suelo hablar del vino en casa. Nos contó detalles sobre las tradiciones vinícolas maltesas, como que algunas familias todavía recogen las uvas a mano. En un momento intentó enseñarnos a pronunciar “Gellewza” correctamente; Li, de nuestro grupo, lo intentó primero en mandarín y acabamos todos riéndonos tanto que casi derramamos las copas. Esa anécdota se me quedó grabada más que cualquier nota de cata.
La experiencia incluye cuatro vinos malteses diferentes.
Sí, se maridan cinco chocolates artesanales con los vinos durante la cata.
Sí, un guía local conduce la cata y comparte información sobre cada maridaje.
Sí, los animales de servicio están permitidos durante esta actividad.
Los bebés y niños pequeños pueden asistir si van en cochecito o carrito.
Sí, hay opciones de transporte público cerca del lugar.
No, no se recomienda para embarazadas debido al consumo de alcohol.
Tu día incluye catas guiadas de cuatro vinos malteses elaborados localmente, maridados con cinco chocolates artesanales; todo está preparado en el lugar para que solo tengas que llegar, disfrutar y compartir un buen rato antes de volver a salir a disfrutar del sol maltés.
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