Recorrerás las calles decoradas de Vaduz con un guía local, probarás delicias calientes en el mercado navideño y disfrutarás de vistas a las montañas desde la Catedral de San Florín hasta el Castillo de Vaduz. Risas, caras amigables y un toque de magia navideña que se queda contigo mucho después.
No esperaba sentirme tan niño de nuevo, la verdad. Lo primero que me impactó en Vaduz fue el frío — no intenso, justo para que se me entumeciera la nariz y el aroma del pino se quedara en mi bufanda. Nuestra guía, Anna, nos esperaba junto a la Catedral de San Florín; tenía esa habilidad para contar historias del lugar mientras nos calentábamos las manos con un café para llevar. La catedral está justo al pie de las montañas — no paraba de mirar esos picos afilados detrás de la aguja, pensando en lo pequeños que somos aquí.
Nos fuimos caminando hacia el Museo Nacional de Liechtenstein (solo por fuera — Anna contó que antes era una taberna antigua), pero la verdad me distraje con la forma en que la gente se saludaba en la calle. Es como si todos se conocieran en Vaduz. Intenté hablar un poco de alemán pero terminé sonriendo nomás. La palabra clave de este paseo fue sin duda “mercado de Navidad” — se escuchaba antes de verlo: campanas sonando, risas de niños, esa música suave que solo se siente en diciembre.
El mercado navideño Vaduzer Weihnachts-Städtle estaba lleno de puestos y luces parpadeantes — nada abrumador, más bien acogedor. Probamos algo llamado Käsknöpfle (pequeñas albóndigas de queso) y vino caliente que me calentó las mejillas de verdad. Había regalos por todos lados, pero me quedé mirando a un señor tallando adornos de madera; me saludó con la cabeza sin dejar de trabajar. Anna se rió cuando intenté decir “Frohe Weihnachten” — seguro lo dije mal, pero a nadie le importó.
Terminamos cerca del Castillo de Vaduz — no se puede entrar (la familia real aún vive ahí), pero estar en esa colina mirando el pueblo al atardecer… no sé, fue como un momento de paz. Como si todo el ruido desapareciera por un instante. A veces aún recuerdo esa vista cuando todo se vuelve caótico en casa.
Sí, es solo para tu grupo con un guía local profesional.
Verás la Catedral de San Florín, el Museo Nacional de Liechtenstein (por fuera), el mercado de Navidad y el Castillo de Vaduz (por fuera).
No incluye comidas, pero puedes comprar delicias locales en los puestos del mercado.
Los lugares están muy cerca en el centro de Vaduz; las distancias son cortas y aptas para la mayoría.
No, solo se visita por fuera porque sigue siendo residencia de la familia real.
Sí, hay opciones de transporte público cerca del punto de inicio y final del tour.
Tu día incluye un tour privado a pie con un guía local profesional por las calles decoradas y los mercados festivos del centro de Vaduz—sin preocupaciones por multitudes o logística, todo está a un paso.
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