Entrarás en una casa tradicional de Kioto para una clase práctica de gyozas con una instructora local. Harás las envolturas desde cero, elegirás tu relleno favorito y escucharás historias sobre la cultura samurái mientras cocinas. Tras probar tus dumplings caseros, podrás ponerte una armadura samurái para fotos si quieres; este día está lleno de calidez y risas.
Casi no encuentro el lugar al principio — la vieja puerta de madera estaba medio oculta tras una fila de macetas, y el mapa en mi móvil me hizo dar vueltas dos veces. Cuando finalmente entré, el aroma me golpeó de inmediato: jengibre, ajo, algo sabroso cociéndose por ahí. Nuestra instructora, Yuki, nos saludó con las manos llenas de harina y una sonrisa. Nos preguntó si habíamos hecho gyozas antes (yo no), y simplemente me dio un delantal diciendo: “Vamos a ensuciarnos”. Me cayó bien al instante.
La cocina era pequeña pero luminosa, con la luz del sol entrando a través de paneles de papel. Empezamos a amasar la masa para las envolturas — es más pegajosa de lo que parece, y yo no paraba de mirar a Yuki para ver si lo hacía bien. Nos enseñó a pellizcar los bordes (“¡no muy fuerte o se romperán!”) y nos contó cómo las gyozas vinieron de China pero aquí en Japón se convirtieron en algo único. Hubo un momento en que nos dejó elegir el relleno; yo opté por cerdo y cebollino, sobre todo porque olía increíble crudo. Mis pliegues parecían abanicos aplastados comparados con los suyos, pero a nadie le importó.
Mientras las gyozas chisporroteaban en la plancha (ese sonido es extrañamente satisfactorio), Yuki contó la historia de un samurái que vivió cerca — al parecer, ¿también le encantaban las gyozas? Quizá bromeaba; sus ojos se entrecerraron al decirlo. Después de comer demasiadas gyozas (crujientes por un lado y suaves por el otro), alguien se puso la armadura samurái para las fotos. Yo no me animé — me dio vergüenza — pero ver a todos reír con esos cascos pesados fue genial.
Sigo pensando en esa luz de la cocina y el sabor de las gyozas frescas cada vez que paso por una ramen-ya. No fue perfecto — mis manos quedaron llenas de harina toda la tarde — pero justo eso hizo que la experiencia se quedara conmigo.
Sí, no se necesita experiencia; la instructora te guía paso a paso.
Sí, se aceptan bebés y niños pequeños; se permiten cochecitos y los bebés pueden sentarse en el regazo de un adulto.
No, durante la clase te proporcionan todo lo necesario.
Sí, al final de la clase puedes probarte una armadura samurái para fotos.
La clase se lleva a cabo en una casa tradicional dentro de la ciudad de Kioto.
Puedes elegir entre varias opciones de relleno que te ofrecen durante la clase.
Sí, hay opciones de transporte público muy cerca.
Tu día incluye todos los utensilios para hacer gyozas desde cero en una casa tradicional de Kioto, la guía de una instructora que habla inglés durante toda la clase, y la opción de vestirte con armadura samurái para fotos inolvidables antes de volver a las calles de la ciudad.
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