Recorrerás los senderos serpenteantes de Kioto, desde el silencio del bosque de bambú de Arashiyama hasta el brillo dorado de Kinkaku-ji y las icónicas puertas rojas de Fushimi Inari, todo en un día con una guía local que da vida a cada lugar. Prepárate para momentos de asombro tranquilo, risas durante el almuerzo y recuerdos que llevarás contigo mucho después de que tus pies descansen.
Ya estábamos entre los bambús de Arashiyama cuando me di cuenta de lo silenciosa que puede ser una multitud. El aire estaba fresco y tenía un leve aroma a verde, si eso tiene sentido, y nuestra guía, Emi, no paraba de señalar detalles que yo habría pasado por alto, como cómo los rayos de sol dibujan líneas en el camino cuando se cuelan entre las hojas. Alguien detrás intentó grabar el sonido del viento, pero la verdad es que hay que quedarse quieto y escucharlo. Es más suave de lo que uno imagina.
Los trayectos en bus entre los lugares (de Arashiyama a Kinkaku-ji, y luego al Castillo Nijo) fueron momentos para dejar que todo se asimilara. En Kinkaku-ji —el Pabellón Dorado— entrecerré los ojos mirando el reflejo en el estanque hasta que Emi nos contó que una vez se quemó y fue reconstruido. La hoja de oro parecía irreal sobre el agua. Intenté sacar una foto, pero mi móvil no captó lo que mis ojos veían. Almorzamos cerca de Kiyomizu-dera, nada lujoso, pero recuerdo los encurtidos, crujientes y con un toque ácido, y a una mujer local riéndose al verme intentar comerlos con palillos con la mano izquierda.
El Castillo Nijo fue la sorpresa más grande. Los “suelos de ruiseñor” realmente chirrían bajo los pies; no es solo una leyenda para turistas. Emi sonreía cada vez que alguien los probaba (que fue todo el grupo). Recorrimos habitaciones por donde caminaron los shogunes —difícil no imaginar sus pasos resonando junto a los tuyos. Ya cerca de Kiyomizu-dera, las piernas me pesaban, pero la vista de Kioto desde ahí arriba era otra cosa; la ciudad difusa abajo, la madera del templo crujía bajo todos nosotros asomados para sacar fotos. En la cascada Otowa hubo un momento en que solo escuché risas mientras la gente bebía de esos cucharones para atraer la suerte.
Fushimi Inari Taisha fue el último destino —la luz del atardecer iluminaba esas interminables puertas torii rojas. Niños corriendo adelante, parejas mayores deteniéndose para fotos o rezos en pequeños santuarios escondidos a lo largo del camino. Me dolían los pies, pero no quería apurarme; algo en ver a locales y viajeros juntos hacía que no pareciera solo un recorrido más, sino como si te dejaran entrar en algo vivo y continuo. El bus de regreso se sintió más silencioso, tal vez todos estábamos procesando la experiencia.
El tour cubre los principales lugares en un día completo con transporte incluido; espera varios trayectos en bus de 30 a 40 minutos entre sitios.
La entrada está incluida si eliges esas opciones al reservar; de lo contrario, las entradas se compran por separado.
No incluye almuerzo fijo, pero hay tiempo libre cerca del templo Kiyomizu-dera para comer en locales cercanos.
Si el Castillo Nijo no está disponible en la fecha, se visitará el templo Sanjūsangen-dō en su lugar.
El tour cuenta con guía bilingüe en inglés y español durante todo el día.
No hay recogida en hoteles; el transporte sale desde un punto de encuentro céntrico en Kioto.
Se camina una distancia moderada en cada lugar, incluyendo caminos irregulares y escaleras; apto para la mayoría de niveles físicos.
Sí, los bebés son bienvenidos, pero deben ir en el regazo de un adulto durante el transporte.
Tu día incluye transporte desde un punto de encuentro céntrico en Kioto, entradas al Castillo Nijo, Pabellón Dorado (Kinkaku-ji) y Kiyomizu-dera si se seleccionan al reservar, además de la guía bilingüe inglés/español en todas las paradas principales, con tiempo para almorzar antes de visitar el templo Kiyomizu-dera.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?