Probarás la auténtica Nápoles—desde la hojaldrada sfogliatella en un café local hasta los bocados callejeros de la Via dei Tribunali y la pizza clásica junto al puerto—con una guía que conoce cada atajo y cada historia. Explora los antiguos túneles bajo la ciudad y descubre cómo la historia sigue viva en la superficie. Esta excursión es perfecta si quieres saborear y descubrir los secretos de Nápoles en un solo día fácil desde Roma.
El día comenzó temprano en la estación Termini de Roma—todavía un poco somnoliento, encontré mi asiento en clase business y observé cómo el paisaje rural se desdibujaba a toda velocidad. En poco más de una hora, llegamos a Napoli Centrale. Nuestra guía, Lucía, nos esperaba justo en la salida principal con un pequeño cartel y una sonrisa enorme. Nos llevó directo a un bar diminuto escondido detrás de la Piazza Garibaldi para desayunar. Primero llegó el aroma del café recién hecho—intenso y con un toque casi achocolatado—y luego la sfogliatella, hojaldrada, tibia y rellena de dulce ricotta. Los locales se amontonaban en la barra, charlando rápido en dialecto napolitano. Era como si hubiéramos aterrizado en un lugar completamente distinto a Roma.
Después del desayuno, Lucía nos guió por las calles enmarañadas del casco antiguo—honestamente, aquí es fácil perderse si no vas con alguien que conozca bien el camino. Nos adentramos en Napoli Sotterranea por la Via dei Tribunali. Es impresionante lo silencioso que se vuelve todo bajo tierra; puedes escuchar tus propios pasos resonar en las paredes de piedra. Lucía explicó cómo estos túneles fueron excavados por los antiguos griegos para almacenar agua y luego sirvieron como refugios antiaéreos durante la Segunda Guerra Mundial. Todavía quedan grafitis de personas que se escondían durante los bombardeos.
De vuelta en la superficie, la ciudad vibraba—Vespas zigzagueando entre la ropa tendida y vendedores que anunciaban pizza frita o porciones de sfincione. Paseamos por la Via dei Tribunali probando bocados callejeros fritos (los arancini fueron mis favoritos) antes de dirigirnos al puerto para almorzar. Sentados al aire libre con el Vesubio de fondo, compartimos una pizza napolitana clásica—masa fina, con el punto justo de carbonización—y una cerveza fría que supo especialmente bien después de tanto caminar.
La tarde fue más tranquila mientras paseábamos por la Nápoles Real: amplios bulevares flanqueados por majestuosos edificios, el Palacio Real imponente en la Piazza del Plebiscito, y músicos callejeros tocando viejas canciones cerca de la cúpula de San Francesco di Paola. Antes de tomar el tren de regreso a Roma, Lucía insistió en que probáramos el babà—un pastelito empapado en ron, dulce y pegajoso pero sorprendentemente ligero. Me llevé uno para el viaje de vuelta.
¡Sí! Solo indícanos tus necesidades dietéticas al reservar—hay muchas opciones vegetarianas o sin cerdo disponibles durante el recorrido.
La caminata es mayormente plana pero incluye calles adoquinadas y algunas escaleras bajo tierra. La mayoría lo encuentra manejable; solo lleva calzado cómodo.
¡Los niños son bienvenidos! Los bebés deben ir en el regazo de un adulto durante el viaje. El ritmo es relajado, aunque hay algunas secciones subterráneas.
No te preocupes—el tour se realiza con lluvia o sol. Muchas paradas son en interiores o cubiertas, incluyendo Napoli Sotterranea y los cafés.
Incluye tus billetes de tren de ida y vuelta en alta velocidad (clase business) entre Roma y Nápoles, desayuno (sfogliatella y café), pizza napolitana tradicional con cerveza para el almuerzo, degustaciones de comida callejera local en la Via dei Tribunali y un dulce babà antes de regresar. Un guía local amable te acompañará durante todo el recorrido—solo tienes que llegar con hambre.
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