Recorrerás los senderos negros de Stromboli con un guía vulcanólogo mientras el atardecer tiñe de rojo las islas Eolias, haciendo una parada en un antiguo cementerio antes de llegar a Sciara del Fuoco para ver erupciones volcánicas tras el anochecer. Regresarás con linternas y el aire salado en los pulmones — una experiencia que no olvidas.
No esperaba que mis botas crujieran tanto al pisar el primer tramo del sendero — todo es arena negra, un poco pegajosa en algunos puntos, y se huele la sal del mar mezclada con un leve aroma a quemado. Nuestro guía, Marco, repartió cascos y frontales en la Piazza San Vincenzo. No paraba de decir “piano piano” al empezar — despacio y con calma — y entendí por qué cuando vi lo empinadas que se ponían algunas partes. El aire olía a monte mediterráneo, con hierbas silvestres y polvo. Intenté reconocerlas pero solo acerté con el romero.
Paramos en un cementerio antiguo a mitad de camino (no lo había leído en ningún lado), solo cruces de piedra entre maleza. Tenía una paz extraña. Marco nos contó historias de familias que vivieron aquí por generaciones — señaló una tumba y dijo, “Ese es mi tío.” Desde allí se veía Strombolicchio sobre el mar, una roca que asoma como un diente. Pensé en lo lejos que está todo de la Italia continental; hasta la luz es distinta, más dorada que azul.
El motivo principal para hacer esta ruta al atardecer en Stromboli es la vista de Sciara del Fuoco al caer el sol — te sientas en las rocas calientes y esperas a que el volcán haga su espectáculo. Tuvimos suerte: tres erupciones en veinte minutos. No era un ruido fuerte, más bien un tosido grave que retumbaba por la ladera. Alguien detrás mío susurraba “mamma mia” cada vez que saltaban chispas. Tenía las manos llenas de polvo por agarrarme a las piedras, pero no me importaba; era como si todo encajara.
La bajada fue más lenta de lo que imaginaba — oscuridad total salvo por los frontales que se movían como luciérnagas. Hubo risas cuando alguien tropezó (sin daños), y luego silencio, solo grillos y el crujir de nuestros pies sobre la ceniza. Aún recuerdo ese momento en que nos dimos la vuelta por última vez y vimos un resplandor rojo detrás. No sé si las palabras alcanzan para describirlo.
Se alcanza hasta los 400 metros sobre el nivel del mar, que es el máximo permitido con guía vulcanólogo.
Sí, todos los participantes reciben casco y frontal.
La excursión parte desde la Piazza San Vincenzo unas dos horas antes del atardecer.
Sí, si las condiciones lo permiten, se observan erupciones desde Sciara del Fuoco tras el atardecer.
No, no se incluye comida; solo el equipo de seguridad.
Sí, se hace una parada en el antiguo cementerio de la isla.
Se recomienda tener una condición física moderada; no es apto para personas con problemas de salud o embarazadas.
Tu tarde incluye una caminata guiada por un experto vulcanólogo local, además de todo el equipo de seguridad: casco y frontal que se entregan antes de salir desde la Piazza San Vincenzo. Tras contemplar las erupciones volcánicas en Sciara del Fuoco al caer la noche, regresarás bajando juntos con antorchas hasta el punto de partida.
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