Vas a recorrer Roma en un Fiat 500 vintage con un guía local que parece más un amigo de toda la vida que un chófer. Descubre colinas secretas hechas de cerámica antigua, jardines con aroma a naranja y paradas espontáneas para fotos en lugares que no encontrarías solo. Es una experiencia divertida, auténtica y llena de vida — seguro te enamoras de Roma otra vez.
Apenas habíamos pasado Termini cuando nuestro conductor, Paolo, asomó la cabeza por la ventana para saludar a un vendedor de fruta — un simple “buongiorno” que, sin saber cómo, puso el tono perfecto. El Fiat 500 parecía diminuto, como si llevaras la chaqueta de otra persona, pero de la mejor manera. Se escucha el motor ronroneando bajo tus pies. No paraba de reír al ver cómo todos nos miraban (un niño incluso nos saludó con las dos manos). Nuestro pequeño convoy se colaba por calles que jamás habría encontrado solo — y aún no entiendo cómo Paolo nos hizo pasar por ese camión de reparto en Trastevere.
La primera parada fue en una colina hecha de cerámica rota — el Monte Testaccio. Paolo la llamó “la colina de los restos romanos”, y me sacó una sonrisa. Había un olor terroso, como barro viejo después de la lluvia. Nos contó sobre las ánforas de aceite de oliva apiladas durante siglos. Luego llegamos al Giardino degli Aranci, donde parejas se sentaban en los bancos y se veía la cúpula de San Pedro entre los árboles. El aire olía dulce y a la vez fresco — ¿serían las naranjas? Intenté sacar una foto, pero las manos me temblaban, ya sea por la emoción o por el exceso de espresso.
No esperaba que me importara un ojo de cerradura, pero asomarme por ese famoso en el Aventino me conmovió — tres países alineados en un solo encuadre, todo dentro de un pequeño círculo. Paolo bromeó diciendo que ha visto gente llorar ahí (yo casi). Más tarde paramos en el Circo Máximo, donde señaló dónde corrían los carros — ahora solo queda hierba y ecos, pero si cierras los ojos casi puedes escuchar a la multitud. En un momento tomó mi móvil y nos hizo fotos frente al Coliseo; salgo ridículo pero feliz.
Todo el tour fue como descubrir los chistes internos de Roma — no solo monumentos, sino historias raras, colinas extrañas y jardines escondidos. Terminamos subiendo a Piazzale Garibaldi para esa vista panorámica brutal: cúpulas por todos lados, el sol de la tarde reflejándose en los tejados. Pensé que acabaría cansado, pero en realidad me sentí más ligero que al empezar. Quizás fue el coche o simplemente ver Roma desde otro asiento.
Máximo 3 personas por reserva en cada coche.
El tour incluye recogida en un punto acordado cerca de la estación Termini.
No se ofrecen asientos para bebés en este tour.
No, no se recomienda para viajeros con lesiones en la columna.
Estos coches vintage no tienen cinturones en los asientos traseros ni airbags.
Visitarás Monte Testaccio, el ojo de cerradura del Aventino, el Giardino degli Aranci, Trastevere, el Circo Máximo, el Coliseo y Piazzale Garibaldi.
Se incluyen refrescos ligeros durante la excursión.
Dependiendo de disponibilidad, el guía puede ser multilingüe.
Tu día comienza con recogida cerca de Termini antes de subirte a tu Fiat 500 vintage con un guía experto local al volante. Durante el trayecto disfrutarás de refrescos ligeros y sesiones de fotos gratis con tu propio móvil o cámara en cada parada — no tendrás que preocuparte por perder esos momentos espontáneos mientras exploras juntos los rincones más curiosos de Roma.
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