Explora el laberinto de callejuelas blancas de Ostuni, disfruta las vistas del valle en Locorotondo, toca las piedras milenarias de los trulli en Alberobello y respira el aire salado sobre los acantilados de Polignano, con recogida en hotel desde Lecce y relatos de un guía local. Momentos auténticos: risas en calles estrechas, aceite de oliva en las manos y tiempo para dejar que Puglia te conquiste.
“No te fíes de quien diga que no se pierde en Ostuni”, sonrió nuestro conductor Marco mientras nos colábamos por el primer callejón. Y tenía razón. La Ciudad Blanca realmente brilla—casi demasiado bajo el sol de media mañana. Pasaba la mano por sus paredes rugosas, frescas a pesar del calor, y cada esquina olía a limón y ropa tendida. Teníamos una hora para perdernos por “la terra” y, sinceramente, podría haberme quedado horas en esos escalones irregulares viendo a las viejas charlar en dialecto.
Luego paramos en Locorotondo—una parada breve pero que vale la pena por las vistas al valle de Itria. Nuestro guía señalaba detalles que yo no habría notado: balcones diminutos llenos de geranios, la forma circular del pueblo. El almuerzo fue por nuestra cuenta (me compré una focaccia que me dejó las manos llenas de aceite de oliva por un buen rato), y seguimos viaje. El trayecto entre pueblos es casi hipnótico—olivos, muros de piedra, esa luz pálida de Apulia que solo aprecias cuando no vas con prisa.
Alberobello me pareció surrealista al principio—como si hubieran montado un decorado de cuento y se hubieran olvidado de recogerlo. Los trulli son más rústicos de cerca; sus piedras son más ásperas que en las fotos, y algunos tienen símbolos pintados en el techo (el guía intentó explicarlos, pero me distrajo un gato durmiendo en la puerta). En “Aia Piccola” se respiraba calma, menos turistas, solo viejos jugando a las cartas bajo un arco. Y luego Polignano a Mare—sí, has oído hablar de esos acantilados, pero estar ahí con la brisa marina en la cara es otra historia. Alguien cantaba “Volare” abajo; me reí porque pensé que era un cliché, pero resulta que Domenico Modugno nació aquí.
El regreso a Lecce fue tranquilo—todos cabeceando excepto Marco, que tarareaba una emisora local. Aún recuerdo esa luz azul sobre el mar en Polignano. Si buscas algo pulido o lujoso, esto no es para ti—pero si quieres una excursión desde Lecce donde sientas Puglia de verdad bajo tus pies (y quizás perderte un par de veces), este es tu plan.
La ruta cubre los tres pueblos en un día con transporte cómodo desde Lecce.
Sí, el servicio de recogida y regreso al hotel en Lecce está incluido.
Sí, el guía experto habla inglés e italiano.
Sí, tendrás tiempo libre en cada parada, incluyendo Ostuni y Alberobello.
No, el almuerzo es por cuenta propia para que elijas dónde comer.
Sí, los bebés pueden ir en cochecito o silla especial para infantes.
Recomendamos calzado cómodo por las calles empedradas y las caminatas.
Tu día incluye transporte en minivan con aire acondicionado y recogida y regreso al hotel en Lecce, además de un guía bilingüe inglés-italiano que te acompañará en cada parada; los bebés son bienvenidos con cochecitos o sillas especiales para que todos viajen cómodos.
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