Recorre el corazón histórico de Palermo en un CruiserCar abierto, siente la ciudad pasar a tu lado, brinda con prosecco bajo las campanas de la catedral, sube al Monte Pellegrino para vistas increíbles y termina con los pies en la arena de Mondello. Con guía local, snacks y momentos inesperados, verás Palermo como un verdadero palermitano.
Lo primero que recuerdo es cómo el techo del CruiserCar se abrió y de repente estábamos ahí, en medio de Palermo, con el sol en la cara y ese aire salado del Mediterráneo que solo se siente cerca del mar. Nuestro guía, Marco, tenía esa facilidad para conectar; saludaba a los que iban en scooter o señalaba una pastelería donde, según él, hacían los mejores cannoli (no lo comprobé, será para la próxima). Empezamos en Porta Nuova y casi me pierdo la historia de Marco sobre las estatuas porque me distraje con una mujer que discutía animadamente con un vendedor de frutas. Parecía que todos formaban parte de una obra en marcha.
Al pasar por el Palazzo Reale y la Cappella Palatina (Marco dijo que podíamos parar si queríamos), alcancé a ver destellos de mosaicos dorados a través de puertas abiertas. La ciudad se sentía como un mosaico: arcos árabes, torres normandas y de repente palmeras en Villa Bonanno. Hubo un momento frente a la Catedral de Palermo cuando sonaron las campanas y hasta Marco se detuvo a escuchar. Por un segundo nadie habló. Luego alguien nos ofreció prosecco frío de una nevera pequeña bajo su asiento (no lo esperaba). Las burbujas supieron aún mejor después de tanto calor.
Quattro Canti era un caos encantador: taxis pitando, niños corriendo entre estatuas, el sol reflejándose en las fachadas barrocas. Quise sacar una foto pero desistí; es uno de esos sitios donde simplemente hay que pararse y sentirlo. Pasamos por la Piazza Pretoria (Marco la llamó “la plaza de la vergüenza” con una sonrisa) y el Teatro Massimo, donde un anciano marcaba el ritmo con su bastón. Más tarde, subiendo por el Monte Pellegrino con el viento despeinándome, Palermo se extendía abajo como de otro mundo. El silencio allá arriba me sorprendió: solo pájaros y el ruido lejano del tráfico. Si quieres entender lo grande que es la ciudad, ese es el lugar.
Terminamos en la playa de Mondello, con la arena blanca entre los dedos por un par de minutos antes de volver al coche para disfrutar snacks y cerveza fría en el camino de regreso. Todavía no sé cómo Marco logró contar historias mientras manejaba por esas calles estrechas. En fin, si buscas una excursión en Palermo que se sienta como salir con un local que conoce medio ciudad, este tour en CruiserCar es para ti.
Sí, la recogida y regreso al hotel están incluidos para tu comodidad.
El tour estándar dura varias horas; la opción extendida de 6 horas incluye paradas en Monreale y las Catacumbas.
Sí, hay un paseo panorámico hasta Monte Pellegrino con vistas espectaculares de Palermo.
Puedes pedir paradas en sitios importantes como la Cappella Palatina o el Teatro Massimo durante el recorrido.
Sí, incluye agua embotellada, refrescos, prosecco o cerveza, además de snacks a bordo.
Sí, todos los vehículos son accesibles y aptos para todos los niveles de movilidad.
Este tour incluye transporte y refrescos, pero no entradas salvo que se soliciten paradas dentro de los sitios.
Sí, los bebés pueden ir en cochecito o silla especial si es necesario.
Tu día incluye transporte privado en un cabriolet abierto para 9 personas con chófer y guía autorizado; recogida y regreso al hotel; agua embotellada, refrescos, prosecco o cerveza; WiFi a bordo; snacks ligeros; total accesibilidad para sillas de ruedas; además opciones para personalizar la ruta o pedir paradas extra antes de volver cómodamente al final del día.
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