Camina por las calles antiguas de Pompeya con un guía local que revive historias olvidadas, y sube al Vesubio para disfrutar de vistas inolvidables sobre Nápoles. Entrada sin colas y transporte incluido para que solo te preocupes de disfrutar — pero son esos detalles pequeños (un chiste en latín, el viento volcánico en la cara) los que se quedan contigo al volver a casa.
Confieso que lo que más me llamaba la atención era el burdel de Pompeya — culpa de tantos podcasts de historia. Pero al bajar del bus desde Nápoles, el aire se sentía más denso de lo que esperaba, como si guardara un recuerdo. Nuestra guía, Lucía, nos entregó auriculares (que me salvaron de perderme la mitad de sus relatos entre la multitud) y nos llevó por esas calles de piedra donde los hornos de pan parecen listos para encenderse. Señaló unos grafitis borrados en la Via dell’Abbondanza — pequeñas bromas y nombres grabados por gente que jamás imaginó ser famosa 2.000 años después. El olor a polvo y flores silvestres se mezclaba mientras entrábamos en las Termas Stabianas. Casi podía escuchar el eco del agua en esas paredes.
El Lupanar era más pequeño de lo que me imaginaba. Lucía sonrió cuando alguien preguntó por las pinturas — “Los romanos no eran nada tímidos”, dijo. Paseamos junto a frescos en la Casa de Menandro (seguro que pronuncié mal su nombre en italiano; Lucía se rió). A veces me quedaba mirando el Vesubio que se alzaba más allá de las columnas en ruinas. Es curioso lo tranquilo que parece ahora, considerando lo que pasó en el 79 d.C. Tras un pequeño tentempié (lleva algo para comer, dentro no hay mucho), volvimos al vehículo para subir hacia el volcán.
La carretera serpenteaba hasta que paramos a 1.000 metros. El viento había aumentado y traía un leve olor a azufre — no fuerte, pero suficiente para recordarte dónde estás. El último tramo es a pie: grava suelta bajo las botas, todos respirando más fuerte de lo que admitirían. En el borde del cráter, Nápoles se extendía abajo como una postal desvaída y el vapor salía de algún lugar profundo bajo la tierra. Nadie habló durante un par de minutos; hasta Lucía guardó silencio. Aún recuerdo ese momento de calma.
La visita guiada en Pompeya dura alrededor de 2 horas y 30 minutos.
Sí, el transporte ida y vuelta desde un punto céntrico en Nápoles está incluido.
No, las entradas para ambos lugares están incluidas en la reserva.
Los últimos 200 metros son por terreno irregular; se recomienda tener un nivel medio de forma física.
Sí, en Pompeya se entregan auriculares para grupos de más de 10 personas para escuchar bien al guía.
Si el Vesubio está cerrado, recibirás entradas sin colas para Herculano como alternativa.
No incluye comida; es recomendable llevar algo para picar o comer antes o después del tour.
Los bebés pueden participar y pueden ir en cochecito o carrito durante la mayor parte del recorrido.
Tu día incluye transporte ida y vuelta desde Nápoles en vehículo con aire acondicionado, entrada sin colas al Parque Arqueológico de Pompeya y al Vesubio (o Herculano si es necesario), guía local oficial en Pompeya (con auriculares si el grupo es grande), y todas las entradas pagadas para que solo te preocupes de disfrutar.
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