Viaja desde Verona al corazón de los Dolomitas con un guía local que conoce cada curva y cada historia de estas montañas. Disfruta un café en un pueblo de montaña, paseos panorámicos en teleférico (si el tiempo lo permite) y un almuerzo en un auténtico refugio. Un día lleno de pequeñas sorpresas y vistas inolvidables que recordarás mucho después de volver a casa.
— ¿No vas a acabar eso? —sonrió Luca, mirando mis canederli a medio comer. Ya había perdido la cuenta de las veces que me había hecho reír desde que salimos de Verona esa mañana. El camino por el Val di Fassa fue más tranquilo de lo que esperaba: solo el murmullo del coche y ese aroma a pino que entraba cada vez que bajábamos un poco la ventana. Paramos a tomar un café en Moena, un pueblo donde los viejos nos saludaban con la cabeza bajo sus sombreros y el aire olía a humo de leña y pasteles. Intenté pedir en italiano, pero al final señalaba más que hablaba; nadie parecía importarle.
Los Dolomitas en persona son otra historia —los ves en fotos, pero estar ahí es diferente. La luz cambiaba constantemente sobre las cumbres, a veces dorada, otras casi azul. Luca nos señalaba las montañas (la mayoría de nombres los olvidé al instante) y nos contaba historias de su infancia caminando por aquí. Subimos en teleférico —el tiempo estaba despejado— y juro que me taparon los oídos dos veces antes de llegar a la mitad. Arriba hacía frío y se veía el aliento, pero había un silencio que hacía que todos susurráramos sin querer.
El almuerzo fue en uno de esos refugios de montaña: mesas de madera, el ruido de los platos, polenta con setas que sabía a tierra mojada. Había senderistas por todas partes, algunos con las mejillas rojas por el viento o el vino (quizá por ambos). De vuelta pasamos por un par de pueblos diminutos donde la gente saludaba como si conociera a Luca de toda la vida (quizá así era). Todo el día fue tranquilo, aunque cubrimos mucho terreno en esta excursión a los Dolomitas desde Verona. Sigo pensando en esa vista desde arriba —no creo que ninguna foto pueda captarla realmente.
Sí, recogemos en tu hotel en Verona o en la zona del Lago de Garda.
No incluye almuerzo fijo, pero el guía te ayudará a reservar en un refugio tradicional donde podrás probar platos locales.
Sí, los bebés y niños pequeños pueden ir en cochecito o silla de paseo durante el tour.
No están incluidos, pero el guía puede ayudarte a reservar si el clima permite subir.
El trayecto suele durar entre 2 y 3 horas, según el tráfico y las paradas.
Sí, es apta para todos los niveles, ya que las actividades son relajadas y adaptables.
Sí, es posible salir desde el Lago de Garda; solo tienes que indicarlo al reservar.
Tu día incluye transporte con recogida y regreso desde Verona o Lago de Garda, agua embotellada durante todo el trayecto, ayuda para reservar restaurantes o teleféricos si hace falta, guía local certificado que conoce estas rutas al detalle y varias paradas panorámicas en lagos y pueblos antes de volver por la tarde.
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