Podrás nadar en aguas cálidas al atardecer, disfrutar de vino italiano en cubierta, pasear por la plaza de Portofino al anochecer y contemplar la puesta de sol junto a la Abadía de San Fruttuoso—todo a tu ritmo.
Lo primero que me impactó fue la brisa salada—cálida, pero nada pegajosa—cuando subimos al barco justo cuando el sol comenzaba a esconderse. Nuestro patrón, Marco, nos ofreció copas de un blanco local fresco y una bandeja de madera con focaccia y aceitunas de una panadería en Santa Margherita. Se escuchaban risas desde otro barco cercano, pero el nuestro parecía un pequeño mundo aparte.
Navegamos frente a la famosa plaza de Portofino, donde parejas paseaban y niños corrían tras las palomas cerca de los edificios de colores pastel. Marco redujo la velocidad para que pudiéramos tomar algunas fotos; incluso señaló una pequeña heladería escondida detrás de la iglesia, diciendo que es el lugar favorito de los locales después de cenar. El agua estaba tan tranquila que parecía un espejo a esa hora.
Al llegar a San Fruttuoso, la Abadía brillaba casi dorada con la luz tenue. Echamos el ancla para nadar—el mar aún conservaba el calor del día, y se percibía el aroma de los pinos desde la orilla. El equipo de snorkel estaba listo para quien quisiera usarlo; yo simplemente floté un rato, escuchando las cigarras lejanas y viendo cómo el cielo cambiaba de color.
¿La última parada? Justo frente a una cala tranquila donde Marco sirvió otra ronda y nos dejó quedarnos todo el tiempo que quisiéramos. La puesta de sol no fue estruendosa ni espectacular—fue lenta y suave, con todos observando en silencio hasta que desapareció tras las colinas. Si quieres ajustar la ruta o añadir algo especial (como música o más tiempo para nadar), ellos lo organizan sin complicaciones.
¡Claro! Los bebés pueden ir en cochecito o sentados en el regazo de un adulto. Es apto para familias.
Por supuesto—hay refrescos y agua embotellada disponibles, junto con aperitivos.
Sin problema. Solo dinos qué te gustaría ver o cuánto tiempo quieres navegar—lo haremos posible.
Sí, los animales de servicio son bienvenidos a bordo.
Tu crucero incluye un aperitivo con productos locales (piensa en focaccia y aceitunas), vino italiano, refrescos, agua embotellada, equipo de snorkel si te apetece nadar—y mucha flexibilidad para tus planes.
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