Viaja desde Tel Aviv por el desierto de Judea con un guía local, sube en teleférico a la antigua fortaleza de Masada, flota en las aguas saladas del Mar Muerto y detente en el espectacular mirador del Monasterio de San Jorge. Prepárate para momentos de risas, silencio y esas texturas únicas que solo encuentras aquí.
Con las manos aferradas a la puerta del coche, vi cómo la ciudad quedaba atrás — el ruido de Tel Aviv se transformaba en un silencio extraño al cruzar el desierto de Judea. Nuestro guía, Avi, tenía la costumbre de tararear canciones hebreas antiguas en voz baja, algo que solo noté cuando se detuvo para señalar una manada de íbices que avanzaban con cuidado entre las rocas. El aire se sentía más seco de lo que esperaba, casi punzante en la nariz. Paramos en un mirador frente al Monasterio de San Jorge — parece aferrado a la ladera del acantilado, como si desafiara a que se caiga. Intenté sacar una foto, pero la verdad es que no logra captar lo pequeño que te sientes al mirar ese cañón desde arriba.
El teleférico a Masada fue rápido, pero mi estómago dio un vuelco — nervios o tal vez demasiado café en el desayuno. Arriba, Avi empezó a contarnos cómo el rey Herodes construyó palacios aquí (yo no podía evitar imaginarlo sudando con este calor), y luego la última resistencia de los rebeldes judíos contra Roma. El viento allá arriba hacía que todo sonara más silencioso; se oían las sandalias raspando la piedra. Toqué una de las paredes antiguas — era áspera y cálida por el sol. Por alguna razón, eso me quedó grabado más que cualquier historia o dato.
Después de Masada, bajamos hacia el Mar Muerto. La carretera desciende tanto que te tapan los oídos — el punto más bajo de la Tierra, nos recordaba Avi con una sonrisa. Flotar en el Mar Muerto es… curioso. No puedes nadar, solo flotas como un corcho mientras la sal pica cada pequeño corte que ni sabías que tenías. El barro está frío y resbaladizo entre los dedos, pero se seca casi al instante con este calor. Un grupo de turistas rusos cerca reía tanto que una mujer casi pierde el sombrero — me hizo reír también, aunque no entendía lo que decían.
De vez en cuando sigo pensando en esa vista desde Masada — lo amplio y vacío que se veía todo desde ahí arriba, y el silencio que se hacía por un momento antes de que sonara el teléfono de alguien (claro). Es curioso qué cosas se quedan contigo después de un día así.
El trayecto en vehículo privado suele durar unas 2 horas desde Tel Aviv hasta Masada.
Sí, el tour privado incluye recogida y regreso al hotel.
Sí, esta excursión privada de un día cubre ambos lugares, incluyendo tiempo para flotar en el Mar Muerto.
Sí, el transporte y las opciones durante el tour son accesibles para sillas de ruedas.
No se necesita equipo especial, pero se recomienda llevar traje de baño para flotar cómodamente.
Un guía local profesional te acompaña para contarte historias y ayudarte con la logística durante todo el día.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel en Tel Aviv, transporte privado con conductor-guía durante todo el recorrido por Masada y el Mar Muerto, y tiempo para disfrutar cada lugar antes de volver.
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