Camina en grupo pequeño por el glaciar Falljökull con un guía local certificado, aprende sobre la historia de Vatnajökull mientras pisas hielo azul antiguo. Siente el aire frío, prueba agua glaciar y comparte risas explorando los paisajes más salvajes de Islandia.
“Mejor aprieta bien esas correas, créeme,” sonrió Einar, nuestro guía, mientras se agachaba para revisar mis crampones antes de partir desde Skaftafell. Nunca los había usado y al principio me parecían raros, pero en cuanto empezamos a subir por el camino rocoso hacia Falljökull, me olvidé de mis pies y solo pude admirar el paisaje. El aire era tan frío que te pellizcaba la nariz, pero olía puro, a nieve y piedra. Éramos solo seis más Einar, lo que hacía que la experiencia se sintiera más como una pequeña expedición que un tour común.
La caminata hasta el glaciar duró más de lo que esperaba, unos 30 minutos, atravesando un terreno cambiante: grava negra, musgo y de repente, ese río de hielo azul-blanco frente a nosotros. Einar nos detuvo justo en el borde y nos contó que Vatnajökull es el glaciar más grande de Europa. Señaló unos crujidos y estallidos que venían de lo profundo del hielo; nos explicó que siempre está en movimiento, aunque no se note. Nos pusimos los cascos y nos entregó los piolets (“no para pelear con trolls,” bromeó), y entonces pisamos el glaciar. Ese primer paso fue surrealista: resbaladizo pero firme, como caminar sobre olas congeladas.
Creí que sentiría miedo, pero en realidad me sentí pequeño de la mejor manera. Los crampones mordían el hielo con un crujido que daba satisfacción. Einar nos enseñó a caminar sin tropezar (yo caí una vez, sin puntos por estilo). Contó historias de antiguas erupciones bajo el hielo y nos mostró capas de ceniza atrapadas dentro; fue increíble ver esas líneas negras atravesando tanto azul. En un momento rompió un trozo para que probáramos hielo de 500 años — la verdad, un poco insípido pero refrescante. Alguien preguntó si uno se acostumbra a esas vistas; Einar se encogió de hombros y dijo “no, nunca.”
El clima islandés hizo de las suyas y un viento fuerte casi me vuela el gorro. Pero luego todo quedó en silencio, salvo el crujir de nuestras botas y el lejano sonido del agua derritiéndose bajo nosotros. No sé bien por qué, pero ese momento me quedó grabado, como si el mundo entero se hubiera detenido un instante. Caminamos unos 8 km en total (Einar nos llevó a buen ritmo, sin prisa), parando de vez en cuando para señalar grietas o responder preguntas sobre el deshielo o lo que surgiera.
Cuando regresamos a Skaftafell, las piernas me dolían, pero de esa manera buena que te queda tras hacer algo auténtico. Aún recuerdo esa sensación — parado sobre hielo milenario con desconocidos que al final dejaron de serlo.
La ruta es de unos 8 km por terreno irregular y dura varias horas, incluyendo el tiempo para equiparse y llegar al glaciar Falljökull.
Sí, el tour incluye todo el equipo necesario: crampones, casco y piolet.
El punto de partida es el centro de reservas en Skaftafell, al sureste de Islandia.
La edad mínima es 14 años por razones de seguridad.
Sí, se requieren botas con soporte para el tobillo; si no tienes, puedes alquilarlas en Skaftafell.
Skaftafell está a unos 327 km (203 millas) de Reykjavík por carretera.
No, no se incluyen comidas; se recomienda llevar snacks o almuerzo.
No se recomienda para quienes tengan lesiones en la columna o problemas cardiovasculares; se requiere buena condición física.
Tu día incluye un guía certificado que lidera tu grupo pequeño por Falljökull, con todo el equipo de seguridad necesario — crampones, casco y piolet — y te enseñará a usarlos antes de pisar juntos el hielo milenario de Vatnajökull.
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