Pasea por las coloridas calles de Galway con un guía local, probando desde el clásico pan negro hasta bocados creativos de fusión. Disfruta de historias reales detrás de cada sabor, charlas con chefs y tenderos, y un almuerzo relajado que se siente como compartir con amigos.
Lo primero que me llamó la atención en nuestro tour gastronómico por Galway fue el aroma: panadería, un toque de sal marina, algo friéndose en algún rincón. Nuestra guía, Aoife, nos llamó con una sonrisa y nos entregó pequeños trozos de pan negro para empezar. Nos contó que era de su lugar favorito (no el más fancy, sino el que conocía desde niña). Apenas llevábamos cinco minutos y ya había aprendido a decir “sláinte” bien — o al menos lo suficiente para que Aoife no pusiera cara rara. La ciudad se sentía animada pero sin prisas; la gente entraba y salía de tiendas, y la música se colaba desde algún sitio detrás nuestro.
Recorrimos calles estrechas donde casi podías rozar las paredes de piedra con los codos si te esforzabas. En una parada, un chef salió a charlar con nosotros — tenía harina en las manos y nos contó la receta de boxty que le enseñó su abuela. Sigo pensando en esa tortita de patata, de verdad. Probamos de todo un poco: ostras tan frescas que sabían al propio Atlántico, quesos que me hicieron replantearme qué es un buen cheddar, y un plato fusión con kimchi que no esperaba que me gustara pero terminó encantándome. El grupo se rió cuando alguien intentó (y falló) pronunciar “cáis” — queso en irlandés — y a nadie le importó.
Me gustó que no era solo comer; escuchamos historias sobre los mercados de Galway, por qué hay tantos arcos españoles (algo en lo que nunca me había fijado), y cómo ciertos alimentos llegaron hasta aquí. El tiempo hizo lo suyo — sol por cinco minutos, luego llovizna — pero en realidad eso hizo que la sopa caliente en nuestra última parada supiera aún mejor. El almuerzo estaba incluido, pero se sintió más como sentarse con amigos que como una comida formal. En un momento, un hombre mayor en la mesa de al lado nos saludó en irlandés; Aoife tradujo, aunque ya olvidé qué dijo. Me sigue sacando una sonrisa recordarlo.
El tour dura aproximadamente 2.5 horas.
Sí, las degustaciones y el almuerzo están incluidos.
Sí, el tour es accesible para personas en silla de ruedas.
Sí, los niños pueden unirse, siempre acompañados por un adulto.
Sí, se permiten animales de servicio durante el tour.
Sí, hay opciones de transporte público cerca.
El grupo mínimo es de 4 personas.
Sí, los bebés y niños pequeños pueden ir en cochecito o carriola durante el tour.
La edad mínima para beber es 18 años.
Tu día incluye un paseo guiado por el centro de Galway con todas las degustaciones de comida — desde bocados tradicionales irlandeses hasta sabores nuevos — además de un almuerzo en el camino; el tour es accesible para sillas de ruedas y apto para familias con cochecitos.
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