Sentirás el viento atlántico en los Acantilados de Moher, caminarás entre piedras milenarias en el Dolmen de Poulnabrone, probarás auténtica sopa irlandesa en Doolin y recorrerás los paisajes salvajes del Burren, todo acompañado por un guía local que conoce cada rincón. Prepárate para momentos de calma y risas inesperadas.
No esperaba empezar el día mirando el Castillo de Dunguaire, pero ahí estábamos—el aire matutino de Kinvara tenía ese toque salado y el castillo parecía vigilar el agua con cierto misterio. Nuestro guía, Tomás, bromeaba sobre fantasmas locales (aún no sé si hablaba en serio). Solo tuvimos unos quince minutos, justo para darle una vuelta y ver un par de cisnes deslizarse por el río. Las ventanas del bus se empañaron un poco al entrar en el Burren—alguien detrás de mí no paraba de limpiar círculos en el cristal para ver mejor las colinas de piedra caliza. Es un paisaje raro y hermoso, todo gris y con pequeñas flores silvestres asomando entre las grietas.
El Dolmen de Poulnabrone parecía más pequeño de lo que imaginaba, pero también mucho más antiguo—como si llevara siglos esperando que alguien le preguntara su historia. Tomás nos contó que tiene más de 5,000 años. Toqué una de las piedras (seguro que no se debe) y estaba fría, a pesar del sol. Para entonces ya tenía hambre, así que cuando llegamos a Doolin para almorzar casi me bajo corriendo del bus. Hay un pub donde se huele el humo de turba antes de entrar. Mi sopa de pescado estaba tan caliente que me empañó las gafas; una pareja mayor al lado asintió aprobando mi elección.
El plato fuerte, claro, son los Acantilados de Moher. Pensé que había visto suficientes fotos para estar preparado pero… nada que ver. El viento casi me arranca el móvil de la mano cuando intenté sacar una foto (consejo: agárralo bien). Las gaviotas giraban bajo nosotros y se escuchaban incluso con el viento—allá arriba es más fuerte de lo que imaginas. La gente se dispersó por el sendero; algunos se quedaron quietos un buen rato mirando solo el océano y el cielo. Hubo un momento en que todo quedó en silencio salvo el viento—todavía recuerdo esa calma.
De vuelta a Galway tomamos la carretera costera, que Tomás dijo que tiene “las mejores vistas de Irlanda, salvo que conduzcas tú.” Señaló Inisheer a lo lejos, medio oculta en la niebla. El sol apareció justo antes de llegar a la ciudad sobre las 6:15 pm—parecía que habíamos estado fuera mucho más tiempo.
La salida es a las 10:00 desde Galway y el regreso alrededor de las 6:15 pm.
No, el almuerzo no está incluido; tendrás tiempo para comprar tu comida en Doolin.
Visitarás el Castillo de Dunguaire (por fuera), el Dolmen de Poulnabrone, el pueblo de Doolin para comer y pasarás dos horas en los Acantilados de Moher.
Tendrás unas dos horas libres para explorar los Acantilados a pie.
Sí, la entrada está incluida en el precio del tour.
Sí, un conductor-guía local profesional ofrece comentarios en vivo durante toda la excursión.
Sí, los niños son bienvenidos pero deben ir acompañados de un adulto; los bebés van en brazos.
La excursión se realiza con cualquier clima; viste ropa adecuada para lluvia o viento.
Tu día incluye transporte en autobús con aire acondicionado desde el centro de Galway, comentarios en vivo de un guía local, entrada a los Acantilados de Moher, paradas breves en el Castillo de Dunguaire y el Dolmen de Poulnabrone, tiempo libre para comer en Doolin y regreso por la carretera costera al atardecer.
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