Comienza el día explorando el Mercado Central de Budapest con una guía local que conoce cada puesto y su historia. Prueba platos húngaros clásicos (sí, incluso hígado de ganso), comparte el almuerzo en una carnicería con gente del lugar, disfruta de pasteles en una cafetería con encanto y termina con una cata de vinos y quesos en una bodega acogedora. Prepárate para calor humano, sabores intensos y quizá un nuevo pastel favorito.
Lo primero que me impactó al entrar en el Mercado Central de Budapest no fueron los colores ni el bullicio, sino el aroma. Un toque ahumado, un poco ácido de los encurtidos y algo dulce que no lograba identificar (nuestra guía Eszter luego nos contó que era pimentón fresco). Caminamos entre puestos repletos de salchichas y pimientos, mientras Eszter nos llamaba para probar un trocito de hígado de ganso sobre pan. Dudé, la verdad es que nunca lo había probado, pero ella sonrió y dijo: “Ya verás.” Tenía un sabor a mantequilla y sal al mismo tiempo. Un señor mayor que vendía miel nos guiñó un ojo cuando intentamos pronunciar “méz.”
No esperaba que el almuerzo fuera en una carnicería, pero allí estábamos, codo con codo con locales comiendo estofado de cerdo y patatas en platos de papel. Fue como colarnos en una comida familiar, pero de la mejor manera. Después, al pasar por el Museo Nacional de Hungría (Eszter nos mostró los agujeros de bala de la revuelta del ’56), mis vaqueros empezaban a apretar, pero aún así encontré espacio para el postre: tres tipos de pasteles en una cafetería que parecía sacada de una novela. El camarero llevaba chaleco y servía el café como si fuera un arte. Todavía recuerdo ese pastel de semillas de amapola.
La última parada fue una bodega escondida tras una puerta sin señalizar. El sommelier nos sirvió tres vinos húngaros (el Tokaji aszú brillaba dorado en la copa) y nos habló de suelos volcánicos y viñedos familiares como si nos contara un secreto. Queso sobre pan rústico, risas rebotando en las paredes de piedra — todo se sentía auténtico, nada preparado ni apresurado. Así que sí, si buscas un tour gastronómico en Budapest que se sienta como si alguien te mostrara su ciudad y no solo cumpliera un itinerario… este es el indicado.
El tour suele durar unas 4 horas de principio a fin.
Sí, el almuerzo está incluido y se disfruta en una carnicería tradicional.
Probarás tres vinos húngaros (incluyendo Tokaji aszú), además de agua embotellada y un aperitivo.
Sí, degustarás varios pasteles clásicos húngaros en una cafetería histórica durante el recorrido.
Los organizadores hacen lo posible por acomodar dietas especiales; solo avísales con antelación.
Sí, es apto para la mayoría, aunque implica bastante caminar.
El grupo es pequeño, con un máximo de 8 personas por tour.
Puedes reservar una versión privada si prefieres más flexibilidad o vas con un grupo grande.
Tu día incluye muchas degustaciones en el Mercado Central y otras paradas; almuerzo en una carnicería tradicional; pasteles clásicos con café; cata de vinos guiada por un sommelier; agua embotellada; guía en inglés especializado en gastronomía; y descuentos en vinos para que aproveches antes de seguir explorando la ciudad.
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