Probarás chocolate y pastel de ron hechos en Roatán, conocerás de cerca monos y perezosos en un santuario local con tu guía, tomarás fotos junto al icónico letrero de la isla y, si te animas, probarás comida callejera. Un día tranquilo pero lleno de sorpresas que se queda en la memoria.
Manos se adelantan a tomar un trozo de chocolate oscuro antes de que me dé cuenta que es el mío. Nuestra guía, Mariela, se ríe y comenta algo sobre que “lo bueno” se hace justo aquí en Roatán. El lugar huele a cacao tostado, cálido y casi terroso, con un toque dulce que queda flotando en el aire. Probamos tres tipos, uno tras otro. No sé si debería elegir uno favorito, pero la verdad es que después del segundo bocado todos se mezclan en mi paladar. Alguien pregunta cómo se hace y Mariela nos explica el proceso, mostrándonos unas máquinas antiguas que parecen haber vivido mejores días, pero que aún cumplen su función.
Volvemos a subirnos a la van (el aire acondicionado es un alivio aquí) y nos dirigimos al lugar del pastel de ron. Desde atrás se ve un paisaje de colinas verdes que bajan hasta el mar, que te sorprende mientras te limpias las migas de los dedos. La mujer en la caja nos deja probar dos pasteles; intento decir “gracias” en español y ella sonríe con mi acento. Es dulce en todos los sentidos. Luego seguimos el camino, recorriendo el pueblo mientras el conductor señala detalles —un mural aquí, un atajo allá— que nunca notarías si no vas con alguien que conoce el lugar.
El santuario es más ruidoso de lo que imaginaba —monos charlando en las ramas, niños riendo al ver a un perezoso acurrucado como un signo de interrogación peludo. Nuestro guía (creo que se llamaba Luis) me da una hoja para alimentar a uno de ellos y me dice que no me mueva rápido. El perezoso me mira parpadeando tan despacio que parece que el tiempo se detuviera un instante. No esperaba sentir tanta calma solo observándolo masticar.
Paramos en el famoso letrero de Roatán para las fotos —un clásico para turistas, pero nadie se molesta— y luego hay opción de comprar recuerdos o probar algo de comida local en el pueblo. Yo paso de las compras, pero termino probando algo frito en un puesto callejero (no sabría decir qué era, pero sabía a comida casera). De regreso, con las ventanas abajo porque la brisa se siente genial, sigo pensando en ese momento en cámara lenta con el perezoso. Me sigue sacando una sonrisa.
El tour dura varias horas e incluye varias paradas por la isla de Roatán.
Sí, incluye recogida en tu hotel o en el puerto de cruceros en un vehículo con aire acondicionado.
Sí, pueden unirse bebés y niños pequeños; se permiten cochecitos o carriolas.
Durante el tour probarás chocolate y pastel de ron hechos localmente.
Visitarás un santuario donde viven monos y perezosos; los guías te mostrarán todo.
Al final del tour hay una parada opcional para comprar recuerdos o probar comida local en el pueblo.
Una cámara para fotos, ropa cómoda y algo de efectivo por si quieres souvenirs o snacks.
Tu día incluye transporte privado con aire acondicionado, recogida en hotel o puerto, visitas guiadas a productores de chocolate y pastel de ron (con degustaciones), entrada a un santuario de monos y perezosos, tiempo para fotos en lugares icónicos y, si quieres, espacio para comprar o probar comida local antes de regresar.
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