Recoge verduras frescas del huerto de una familia cretense, aprende recetas tradicionales junto a locales, prueba vino y queso caseros y escucha historias que hacen vibrar la cultura gastronómica de Creta. Al caer la tarde, sentirás que te han abierto las puertas de un hogar, no solo enseñado a cocinar.
Desperté con el ruido de las ollas y ese aroma cálido a hierbas que se colaba por la antigua cocina de piedra — la verdad, todavía me estaba recuperando del trayecto por esas serpenteantes carreteras de las Montañas Blancas. Nuestra guía, María, me ofreció un pequeño vaso de raki antes de que pudiera dejar la mochila (“para animarte”, me guiñó un ojo). La casa tenía ese aire vivido: alfombras gastadas, unas zapatillas junto a la puerta, la luz del sol iluminando un cuenco de limones. Salimos al jardín donde su padre ya estaba con un cuchillo y una sonrisa tranquila. Intenté adivinar el nombre de las hierbas en griego — Li se rió cuando pronuncié mal “diktamo”. El aire olía a menta y tierra; mis zapatos se embarraron pero a nadie pareció importarle.
Cocinar no se sintió como una clase, sino como sumarme a algo que ellos harían de todas formas. La madre de María nos enseñó a cerrar los pasteles de queso (kalitsounia — aún no sé si los míos habrían pasado la prueba), y todos nos amontonamos alrededor del horno de leña mientras ella contaba cómo su abuela solía hacer pan ahí. Había harina por todos lados. Alguien puso música, algo antiguo y cretense, que se mezclaba con el sonido de cuchillos sobre tablas y las voces hablando en dos idiomas a la vez. La palabra clave aquí es “clase de cocina en Creta” pero, sinceramente, se sentía más como ser parte de su familia por una tarde.
Después probamos vino local — fuerte pero bueno — con queso salado que se deshacía entre mis dedos. María contó historias de cada plato; al parecer gemista significa “relleno” pero también que te vas a pasar comiendo. La cena fue lenta, con platos que se pasaban de mano en mano hasta que perdimos la cuenta de quién tenía qué. Por la ventana se veían mar y montañas al mismo tiempo, algo que no parece real hasta que estás ahí. No esperaba sentirme tan en casa tan lejos de la mía. Aún recuerdo esa mezcla de humo de leña y orégano en el aire mientras todos se reían de mi intento de tejer (digamos que es más difícil de lo que parece).
Sí, el transporte en minivan o minibús con aire acondicionado está incluido.
Sí, los participantes ayudan a recoger verduras frescas del huerto familiar como parte de la experiencia.
Prepararás kalitsounia (pasteles de queso), tzatziki, ntakos, gemista (verduras rellenas) y ensalada griega.
Sí, la experiencia incluye cata de vinos locales acompañada de quesos cretenses.
La clase de cocina en Creta se ofrece en grupos pequeños.
Sí, las recetas y las fotos tomadas durante la actividad se envían por correo electrónico.
Los niños son bienvenidos pero deben estar acompañados por un adulto.
Usa ropa cómoda y calzado adecuado para caminar por el huerto.
Tu día incluye recogida en zonas seleccionadas de Creta en minivan o minibús con aire acondicionado, todos los ingredientes para tu almuerzo directo del huerto familiar, uso de delantales y utensilios durante la clase guiada por locales que hablan inglés, cata de vinos y quesos regionales, regalos conmemorativos para llevar a casa, además de copias electrónicas de las recetas y fotos tras la visita.
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