Recorrerás los barrios más antiguos de Tbilisi, empapándote de la vida local auténtica—desde antiguos baños hasta vistas de fortalezas y calles vibrantes llenas de historias. Si quieres sentir esta ciudad bajo tus pies (y quizá probar esos famosos baños de azufre), esta es tu excursión.
Lo primero que me impactó fue el olor—un poco a huevo, pero nada desagradable—que flotaba desde el barrio de Abanotubani. Allí encontramos los antiguos baños de azufre, con sus techos abovedados asomando como pequeñas colinas. Nuestro guía, Giorgi, nos contó cómo los locales vienen aquí desde hace siglos para relajarse y charlar. Si prestas atención, escucharás el agua burbujeando bajo las rejillas de la calle.
Cruzamos el Puente de la Paz—una curva de vidrio y acero que parece casi fuera de lugar entre tanto ladrillo. Une el moderno Parque Rike con los callejones enredados del Viejo Tbilisi. Niños pasaban zumbando en patinetas mientras un músico callejero tocaba suavemente un duduk. Recuerdo que me detuve un momento solo para ver a la gente alimentar palomas junto a la orilla del río.
La Fortaleza de Narikala se alza sobre todo. La subida es empinada (lleva buen calzado), pero vale la pena por esa vista—tejados apilados como piezas de un rompecabezas y la estatua de la Madre de Georgia vigilando todo. Giorgi señaló que desde ahí se ven tanto iglesias antiguas como torres modernas relucientes. También entramos en la Iglesia de Metekhi al otro lado del río; es más tranquila que otros lugares, con velas parpadeando frente a iconos desgastados.
En la calle Shardeni, los restaurantes se extienden sobre los adoquines y se perciben aromas de khinkali al vapor en cestas. Paseamos frente a pequeñas galerías de arte y puestos de souvenirs antes de regresar a los baños cuando el crepúsculo comenzaba a caer. La caminata duró unas tres horas, pero sinceramente, fue como atravesar capas de historia en cada giro.
La ruta cubre unos pocos kilómetros con algunas subidas—especialmente hacia la Fortaleza de Narikala—pero avanzamos a un ritmo tranquilo y hacemos muchas paradas. Los niños y viajeros mayores activos suelen llevarlo bien.
¡Sí! Hay paradas de transporte público cerca y los animales de servicio son bienvenidos durante toda la excursión.
Entrarás a algunos sitios como la Iglesia de Metekhi y podrás asomarte a los baños si quieres—el guía te dará consejos sobre cuáles prefieren los locales.
Esta excursión a pie incluye un guía local experto que comparte historias e historia durante el recorrido. Se permiten animales de servicio, hay opciones de transporte público cercanas y las familias con bebés son bienvenidas (solo ten en cuenta que los bebés deben ir en el regazo de un adulto). Un nivel moderado de forma física ayuda para algunas subidas.
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