Recorrerás las calles serpenteantes de Tbilisi con un guía local, subirás en teleférico para disfrutar vistas panorámicas junto a la Madre de Georgia, explorarás iglesias y murallas antiguas, respirarás el aroma de los baños de azufre y terminarás con una cálida cata de vinos en el Casco Antiguo — momentos que guardarás para siempre.
Nos encontramos con nuestra guía Mariam justo afuera del hotel — nos saludó agitando una pequeña bandera georgiana, lo que me sacó una sonrisa. La ciudad ya vibraba antes del atardecer, con música flotando desde el Parque Rike y el aroma a pan recién hecho en el aire (aunque nunca supe de dónde venía). Nuestro tour privado comenzó en la iglesia de Metekhi, situada sobre el río. Mariam nos contó sobre el rey Vakhtang Gorgasali — intenté pronunciar su nombre y fue un desastre; ella se rió y dijo que hasta los locales a veces se equivocan. La estatua de él a caballo parecía a punto de saltar del acantilado.
Cruzar el Puente de la Paz fue casi surrealista — todo ese vidrio bajo mis pies, luces parpadeando mientras caía el crepúsculo. Los niños corrían jugando a la mancha y las parejas se apoyaban en las barandillas. Subimos en teleférico hasta la Madre de Georgia; sinceramente, no esperaba esa vista. Se veían los tejados cayendo hacia el río Mtkvari y se escuchaban campanas de iglesia resonando en algún lugar abajo. Mariam explicó cómo Kartvlis Deda sostiene vino para los amigos y una espada para los enemigos — “la hospitalidad georgiana es cosa seria”, sonrió.
La fortaleza de Narikala fue la siguiente parada, con sus muros ásperos al tacto mientras subíamos. Hay algo especial en las piedras antiguas por la noche — guardan el calor del día pero se sienten frescas donde las sombras se quedan. Hicimos una pausa junto a una cascada en Leghvtakhevi; el vapor de los baños de azufre nos envolvía, con un aroma fuerte y terroso. Siempre imaginé que los baños olerían raro, pero era reconfortante, como minerales o lluvia sobre asfalto caliente. Luego paseamos por la calle Shardeni — tantos bares pequeños y gente riendo en todos los idiomas que puedas imaginar.
La última parada fue una cata de vinos en una bodega diminuta cerca de la iglesia Anchiskhati. El dueño nos sirvió saperavi con manos manchadas de uva; brindó con un “gaumarjos!” y contó historias sobre los tamadas (maestros de ceremonias) hasta que perdimos la noción del tiempo. Caminando de regreso por las calles viejas de Tbilisi, me di cuenta de que llevaba horas sin mirar el móvil — solo escuchando historias y el eco de los pasos contra las paredes de piedra. Aún ahora, sigo recordando ese primer sorbo de vino bajo las farolas amarillas.
No hay una duración exacta, pero abarca varias horas incluyendo paradas en sitios principales como la iglesia de Metekhi, la fortaleza de Narikala, el distrito de baños de azufre y más.
Sí, la recogida en hotel está incluida como parte de la experiencia del tour privado a pie.
El tour visita el área de los baños de azufre pero no incluye el baño; podrás ver Chreli Abano y aprender sobre su historia.
Sí, no se permiten pantalones cortos dentro de las iglesias y las mujeres deben cubrirse la cabeza al entrar.
No incluye comida completa, pero sí hay una parada para cata de vinos durante el tour.
Se pueden usar asientos especiales para bebés si es necesario; verifica la idoneidad según las necesidades de tu familia.
El guía habla inglés; otros idiomas pueden estar disponibles bajo petición, pero no se especifican aquí.
El tour implica caminar por superficies irregulares y subir escaleras; puede no ser adecuado para viajeros con problemas cardiovasculares o lesiones en la columna.
Tu tarde incluye recogida y regreso al hotel, guía local experto que comparte historias en cada parada, un paseo en teleférico hasta la fortaleza de Narikala con vistas impresionantes, y una acogedora cata de vinos antes de regresar juntos por las animadas calles del casco antiguo de Tbilisi.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?