Navega por la costa salvaje de Córcega, nada en playas apartadas cerca de Roccapina y las Islas Lavezzi, disfruta charcutería local con rosado frío a bordo y pasea por las calles estrechas de Bonifacio con tiempo de sobra. Si buscas una excursión relajada y con sorpresas tranquilas, esta te quedará en la memoria mucho después de volver a tierra.
Lo primero que me llamó la atención fue el color del agua cerca de la playa de Roccapina — ni azul ni verde, ese tono raro intermedio que solo ves en Córcega. Salimos temprano de Porticcio (apenas terminé mi café) y nuestro guía Jean-Marc ya bromeaba con la “hora corsa”. Señaló unas antiguas torres de piedra en la costa mientras pasábamos, sus sombras aún largas con la luz de la mañana. El viaje en barco se me hizo más largo de lo que esperaba, pero quizás fue porque me distraía con pequeños detalles — la sal en la cara, risas que venían desde la proa.
Hicimos un par de paradas para nadar antes de llegar a las Islas Lavezzi. El agua allí está más fría de lo que parece — al meterme di un pequeño grito, lo que hizo reír a unos locales. Hay una calma extraña en esas islas, incluso con otros barcos alrededor. Si te fijas, puedes oler hierbas silvestres (o quizás solo quería que fuera así). La comida no era nada sofisticada, pero de verdad me supo a gloria: unas lonchas de charcutería salada y una copa de rosado frío de por aquí cerca. No sé si era el aire del mar o qué, pero sabía mejor que cualquier vino que haya probado en casa.
Después navegamos junto a los acantilados de Bonifacio. Verlos desde abajo es otra historia — todas esas capas de roca apiladas como un libro viejo que nadie terminó de leer. Jean-Marc nos contó una historia de piratas escondidos en las cuevas; juró que era verdad, pero me guiñó un ojo después. Atracamos un rato en Bonifacio, paseamos por calles estrechas donde la ropa colgada se movía sobre nuestras cabezas y viejos jugaban a las cartas fuera de los cafés. No esperaba sentirme tan lejos de todo lo conocido, aunque solo fuera una excursión de un día desde Porticcio.
Me sigo acordando de ese momento flotando de espaldas en la playa de Piantarella, mirando las nubes correr rápido sobre Córcega. No es algo que puedas planear — simplemente sucede entre paradas, historias y sorbos de vino.
La excursión dura unas 9 horas, comenzando alrededor de las 7:45 a.m. y terminando a las 5:00 p.m.
La salida es desde la playa de Porticcio, en el pontón frente a la oficina de turismo.
Sí, hay paradas para nadar en lugares como la playa de Roccapina y cerca de las Islas Lavezzi.
Sí, incluye un aperitivo con charcutería local y vino rosado de Córcega.
Sí, hay opciones de transporte público cerca de la playa de Porticcio.
Es apta para todos los niveles físicos, pero no se recomienda para embarazadas ni personas con problemas de columna o cardiovasculares.
Visitarás la playa de Roccapina, las Islas Lavezzi, la playa de Piantarella y pasarás tiempo en Bonifacio.
Tu día incluye transporte en barco desde la playa de Porticcio con varias paradas para nadar a lo largo de la costa de Córcega y alrededor de las Islas Lavezzi; además de un aperitivo con charcutería local y vino rosado servido a bordo antes de regresar al final de la tarde.
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