Vive cuatro días explorando las culturas tribales del Valle del Omo con un guía local: desde aprender cerámica con los Ari cerca de Jinka, hasta mercados vibrantes y pintura corporal Kara junto al río. Conocerás a los Hamar, verás de cerca los collares Nyangatom y recorrerás el Parque Nacional Mago para visitar a los Mursi, en un viaje lleno de pequeñas sorpresas que recordarás mucho después de dejar Etiopía.
Lo primero que pasó fue que se rompió la cremallera de mi mochila en el aeropuerto de Jinka, justo cuando nuestro guía, Solomon, nos hacía señas con una sonrisa enorme. Yo seguía peleando con la cremallera cuando él dijo: “No te preocupes, tenemos tiempo”, y de alguna forma eso marcó el ritmo de todo el viaje. Dejamos las cosas en la pensión Nassa (un lugar sencillo pero limpio) y nos fuimos a conocer a la tribu Ari. En el aire flotaba olor a humo de leña y algo terroso, ¿quizás enset? Intenté preguntarle a una de las mujeres sobre su cerámica (mi amárico es… bastante básico), y ella se rió y me pasó un cuenco medio terminado. Se sentía áspero y frío en las manos. No esperaba sentirme tan torpe y a la vez tan bienvenido.
A la mañana siguiente salimos de Jinka rumbo a Turmi, tres horas entre polvo rojo y cabras cruzando la carretera. Los jueves hay mercado en Key Afer, así que paramos; era un bullicio de colores y gente vendiendo de todo, desde sorgo hasta sandalias de plástico. Solomon nos señaló a los chicos Bena caminando sobre palos altos (los llamó “los que caminan en zancos”), vigilando sus campos como centinelas. Más tarde, en una aldea Hamar, escuchamos tambores a lo lejos; alguien susurró que había ceremonia de salto del toro, pero no era ese día. Aun así, ver cómo todos se juntaban bajo esos árboles espinosos solo para charlar o trenzarse el cabello tenía algo especial, como si el tiempo aquí siguiera otro ritmo.
El tercer día fue de fronteras: manejamos hacia Kangaten, donde Etiopía se une con Kenia y Sudán del Sur. Las mujeres Nyangatom llevaban collares pesados que tintineaban al moverse; una niña pequeña nos miraba desde detrás de la falda de su madre hasta que le saludé y se rió. Después visitamos a la tribu Kara junto al río, con su pintura corporal salvaje, toda de puntos y líneas blancas sobre piel morena. El almuerzo en Turmi tenía un sabor ahumado (¿guiso de cabra?) y estoy seguro de que nunca sacaré todo ese polvo ocre de mis zapatos.
En la última mañana avanzamos por el Parque Nacional Mago para visitar a la tribu Mursi, famosa por sus platos labiales. Es raro ver algo que solo habías leído de cerca; una mujer me dejó sostener uno (pesaba más de lo que imaginaba). Ya de vuelta en Jinka, antes de partir, vimos un documental antiguo en el museo sobre ritos de paso. Me di cuenta de que todo es mucho más complejo de lo que muestran las fotos o los tours rápidos. Aquí siempre hay algo más bajo la superficie, ¿sabes?
El trayecto de Jinka a Turmi dura unas tres horas.
Visitarás las tribus Ari, Bena, Hamar, Nyangatom, Kara y Mursi durante los cuatro días.
Sí, incluye recogida en el aeropuerto o en cualquier punto de la ciudad de Jinka.
El desayuno está incluido cada día; otras comidas no están especificadas en el paquete.
Te alojarás en la pensión Nassa o similares en Jinka y en Emerald Lodge o similar en Turmi.
La ceremonia es estacional; puede que la veas si coincide con el día de tu visita.
Sí, podrás visitar mercados tribales llenos de color según el día que pases por Key Afer, Alduba o Dimeka.
Tu experiencia incluye transporte privado por todo el Valle del Omo con recogida y regreso en Jinka (ciudad o aeropuerto); guía local profesional; entradas a todas las aldeas visitadas; tres noches de alojamiento con desayuno diario; además de paradas en mercados tribales y museos antes del traslado final de regreso.
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