Camina entre el silencio de piedra roja del Anfiteatro Red Rocks, cruza la Divisoria Continental en Loveland Pass con vistas que marean, y explora el histórico Breckenridge para almorzar y pasear. Aire puro de montaña, paradas espontáneas para fotos y esos pequeños momentos —como un fudge en la mano o el viento en la cara— que se quedan contigo mucho después.
“¿Has visto alguna vez unas rocas tan rojas?” nos preguntó Alex, nuestro guía, justo al bajar en Red Rocks Park. El aire olía a pino y polvo, algo fresco pero dulce a la vez. Se escuchaba un murmullo tranquilo de gente subiendo las escaleras del anfiteatro (yo probé un tramo y me arrepentí al instante; la altura no es broma). Alex nos señaló cómo el escenario está justo entre esas enormes paredes de arenisca. No esperaba sentirme tan pequeño — ni querer volver algún día para un concierto.
El camino hacia la Divisoria Continental fue más largo de lo que imaginaba, pero nunca aburrido. La carretera seguía subiendo y de repente apareció nieve en los bordes, aunque abajo en Denver brillaba el sol. Paramos en Loveland Pass, a casi 3.600 metros de altura. ¿La verdad? Me taparon los oídos y el corazón me latió más rápido. Pero la vista… parecía infinita, o al menos así lo sentí. El viento me picaba las mejillas y alguien del grupo se quedó quieto con los ojos cerrados, respirando todo el momento. Aún recuerdo ese silencio roto solo por el viento.
Breckenridge parecía un decorado de película, pero real — edificios de madera antiguos, tiendas de fudge (caí en la tentación), gente abrigada riendo en Main Street. El almuerzo fue por cuenta propia; yo elegí un chili en un lugar donde el camarero llamaba “hon” a todos. Cerca, escondido entre los árboles, está Isak Heartstone, un troll gigante de madera que suena inventado pero no lo es. Los niños jugaban a su alrededor mientras los padres sacaban fotos. De regreso paramos junto a un lago bordeado de hielo; Alex nos contó historias de avalanchas y tormentas de invierno que me hicieron agradecer haber llevado una chaqueta extra.
El tour dura todo el día, incluyendo paradas en Red Rocks Park, Loveland Pass y Breckenridge.
No se menciona recogida en hotel; hay opciones de transporte público cerca.
Lleva una chaqueta abrigada y zapatos cómodos; de diciembre a marzo se recomiendan zapatos impermeables por la nieve.
No, el almuerzo es por cuenta propia; tendrás tiempo para comprar tu comida en Breckenridge.
No se permiten niños menores de 7 años; se recomiendan tours privados para familias con niños pequeños.
Es posible ver nieve en Loveland Pass o en invierno, pero no incluye actividades con nieve.
Sí, especialmente en Loveland Pass (3.600 m); se aconseja evitar el alcohol antes de salir.
Sí, tendrás tiempo libre para pasear y hacer compras durante la parada en Breckenridge.
Tu día incluye agua embotellada y entradas para lugares como el Anfiteatro Red Rocks y miradores en Loveland Pass, además de tiempo libre para almorzar en el histórico Breckenridge — solo trae tu espíritu aventurero (y quizá una capa extra).
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