Pedalea (o déjate llevar) por el centro de Raleigh con un grupo pequeño y un guía local, parando en bares animados con vistas en azoteas y cientos de cervezas de barril. Risas, música, una bebida gratis incluida y momentos que recordarás cada vez que escuches “Sweet Caroline”.
Para ser sincero, no esperaba sudar tanto antes de dar el primer trago. Apenas llevábamos cinco minutos en la ruta de bares por el centro de Raleigh cuando alguien subió el volumen y el trolley arrancó de golpe—la mitad pedaleando, la otra mitad riéndose de nuestra falta de coordinación. Nuestro guía, Marcus, no paraba de gritar las direcciones como si estuviera cuidando gatos (“¡Izquierda! No, la otra izquierda!”) y de alguna forma nos mantenía en el camino correcto. El aire olía a césped recién cortado y a aceite de freidora que se escapaba por las puertas abiertas—todo un viernes típico en una ciudad sureña.
La primera parada fue en un antiguo edificio de periódico convertido en bar (ya ni recuerdo el nombre—culpa de la IPA), con una azotea que atrapaba los últimos rayos de sol. Marcus nos contó cómo ese lugar solía imprimir los titulares de todo Raleigh; ahora solo imprimen los nombres de las cervezas en las pizarras. Probé algo local y con cuerpo mientras veía a una pareja en su primera cita compartiendo papas nerviosos. Desde otra azotea se escuchaban vítores a lo lejos—parecía que toda la ciudad estaba afuera esa noche.
El segundo bar tenía una lista de locura—¿más de 200 cervezas? Me perdí y solo señalé lo que alguien más pidió (resultó ser una lager alemana). Había pretzels más grandes que mi cabeza y un grupo celebrando algo—quizá un cumpleaños o simplemente sobrevivir la semana. Es curioso cómo en poco tiempo los desconocidos empiezan a hablar después de pedalear juntos; para entonces ya nadie se preocupaba por quién manejaba. En un momento intenté decir “prost” pero lo arruiné—uno de los bartenders se rió y me dio un choque de manos igual.
Todavía recuerdo esa sensación de camaradería—piernas sudadas, manos pegajosas por las bebidas derramadas, todos cantando a todo pulmón mientras regresábamos al punto de partida. Si buscas una experiencia en Raleigh que sea más sobre historias que sobre turismo, esta es la indicada. La ciudad se siente diferente cuando la recorres con nuevos amigos y sin otro plan que pedir otra ronda.
El tour dura aproximadamente dos horas.
Sí, cada persona recibe una bebida gratis incluida.
No incluye recogida en hotel; hay opciones de transporte público cerca.
No, solo una bebida gratis está incluida; puedes comprar más en cada bar.
En algunos lugares puedes comprar comida; hay pretzels y otros snacks disponibles.
Es apta para todos los niveles de condición física, pero no se recomienda para personas con lesiones de columna o problemas cardiovasculares.
Esta actividad no se recomienda para mujeres embarazadas.
Tu día incluye dos horas pedaleando en el Trolley Pub por el centro de Raleigh con un guía conductor, una bebida gratis por persona para empezar, además de hielo y una nevera para mantener frías tus bebidas durante el recorrido antes de volver al punto de partida.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?