Vuela sobre el puerto de Nueva York en una lancha rápida rumbo a la Estatua de la Libertad, con música a todo volumen y guías cómicos que mantienen el ambiente. Prepárate para salpicaduras (mejor no lleves tu ropa favorita), paradas rápidas para fotos junto a Lady Liberty y muchas risas que se escuchan sobre el agua. Es uno de esos momentos en NYC que no olvidas, ni aunque se te seque la camiseta.
Ni siquiera tuve tiempo de dudar cuando ya estábamos abrochados en Pier 81, con el viento jugando en mi cabello. La tripulación de BEAST —un tipo con gafas neón y otro con una sonrisa de haberlo visto todo— hacía bromas mientras revisaban los cinturones. Se olía el agua del río y el protector solar en el aire. En cuanto pisaron el acelerador, mi estómago dio ese salto típico de montaña rusa. El ruido era fuerte, pero no molesto, solo motores y gente gritando sobre la música (algo de hip hop clásico, creo). No esperaba reír tanto desde el primer minuto.
Surcamos el puerto de Nueva York a una velocidad de dibujo animado —45 mph no es broma cuando estás tan cerca del agua. El rocío me salpicó la cara (definitivamente debí llevar algo que no absorbiera tanto), pero la verdad, eso fue parte de la diversión. Nuestro guía soltaba datos curiosos sobre el skyline de Manhattan entre curvas cerradas —los llamaba “enjuagues gratis para el cabello”. Cuando bajamos la velocidad cerca de la Estatua de la Libertad, todos nos quedamos en silencio por un momento. La ciudad se veía extrañamente pequeña desde ahí. Alguien detrás mío dijo que era la primera vez que veía a Lady Liberty tan de cerca; me di cuenta de que para mí también era la primera vez, al menos desde ese ángulo.
La tripulación nos animó a sacar fotos —“¡No se les caiga el teléfono!”— y soltaron más bromas sobre los asientos “The Pool” (todavía no sé si eso es real o solo para fastidiar). De regreso, mi camiseta se pegaba a la espalda y sentía la sal en los labios. Nada glamoroso, pero perfecto para una tarde de verano. Mi amiga no paraba de repetir en su cabeza una curva; jura que casi salió volando de su asiento (no fue así). Bajamos con sonrisas y empapados, listos para unas papas fritas en el BEAST’ro cercano. Así que sí... si quieres zapatos secos, mejor ni lo intentes —pero te perderás de mucho.
El paseo dura aproximadamente 30 minutos desde la salida hasta el regreso.
Sí, prepárate para mojarte por las salpicaduras y el rocío.
La lancha sale desde el Pier 81 en Nueva York.
Debes medir al menos 102 cm (40 pulgadas); los menores de 18 deben ir acompañados por un adulto.
Se detiene cerca para tomar fotos, pero no atraca ni permite desembarcar.
No, no se permite llevar comida ni bebida del exterior.
No incluye recogida en hotel; debes llegar al Pier 81 al menos 30 minutos antes de la salida.
No se recomienda para embarazadas ni para quienes tengan problemas de columna o cardiovasculares.
Tu día incluye un paseo en lancha rápida de 30 minutos por el puerto de Nueva York con guías locales divertidos, cinturones y pasamanos para seguridad, música sin parar por los altavoces y acceso al BEAST’ro en Pier 81 para comer o beber después de secarte, todo a pasos de Midtown Manhattan.
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