Con tu entrada entrarás directo al Museo del Sexo de Nueva York, sin esperas, y recorrerás los juegos y atracciones de Super Funland antes de explorar exposiciones profundas sobre la sexualidad humana. Risas, sorpresas (y quizás un poco de sonrojo), además de tiempo para relajarte en el bar o pasear por la tienda única—una experiencia que recordarás mucho después de salir de la 5ª Avenida.
Sabes que estás en Nueva York cuando ves una fila de gente riendo frente a un museo y nadie se sorprende. Apenas cruzamos las puertas del Museo del Sexo, el sonido me atrapó: una mezcla de risas y música de feria que subía por las escaleras. Escanearon rápido nuestras entradas (y pidieron identificación, sin broma), y nos guiaron siguiendo flechas de neón hacia Super Funland. No esperaba que nos dieran fichas para los juegos, pero ahí estaban, esas pequeñas monedas de plástico que traen una nostalgia rara en la mano.
Lo primero que me llamó la atención fue el olor —¿palomitas dulces?— o tal vez mi mente jugando con las luces brillantes y las ruedas giratorias. Nuestro guía (más bien un empleado que claramente amaba su trabajo) nos señaló unas máquinas arcade clásicas y contó cómo artistas ayudaron a diseñar esas locas instalaciones. Había una atracción —no la voy a arruinar— pero digamos que me reí tanto que casi se me cae el móvil. La gente a nuestro alrededor era desconocida, pero todos se soltaron rápido; alguien de Brooklyn intentó ganarme en un juego de anillos y los dos perdimos espectacularmente.
En la planta de arriba, el ambiente se calmó un poco. Las exposiciones principales son más reflexivas —mucho sobre historia, arte e incluso la ciencia detrás de la sexualidad. Algunas cosas eran juguetonas, otras me hicieron detenerme y pensar (y quizás sonrojarme). No se trata solo de impactar; aquí hay contexto real, historias de distintas culturas y épocas. En un momento me quedé mirando una foto antigua más tiempo del que esperaba. La luz en esa sala era suave y dorada, haciendo que todo pareciera menos una exhibición y más… bueno, vida.
Sigo pensando en ese último pasillo antes de salir —las voces rebotando en los azulejos, alguien tarareando cerca del bar. Tomamos algo (no incluido en la entrada, pero vale la pena), curioseamos en la tienda llena de cosas que probablemente no encuentres en ningún otro lugar de Manhattan, y salimos a la ciudad sintiéndonos más livianos. Si buscas algo distinto en NYC —o simplemente quieres ver a la gente relajarse por un rato— este es el plan.
Sí, los visitantes deben tener 18 años o más y presentar identificación válida.
Tu entrada incluye acceso tanto a las exposiciones principales como a Super Funland: Viaje al Carnaval Erótico.
Se recomienda un nivel moderado de condición física para los visitantes.
No, las bebidas o comida del bar no están incluidas en la entrada.
No hay guía formal; el personal está disponible para resolver dudas durante todo el recorrido.
Tu día incluye entradas para las exposiciones principales del Museo del Sexo y Super Funland: Viaje al Carnaval Erótico—solo muestra tu identificación al entrar y disfruta a tu ritmo.
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