Vas a cruzar el Puente de Brooklyn con un guía local que conoce cada historia y atajo, pasear por las calles de almacenes de DUMBO con fotos icónicas y aromas a pizza, y detenerte en Brooklyn Heights Promenade mientras Manhattan brilla al otro lado del río. Prepárate para risas, sorpresas y momentos que querrás guardar para siempre después de dejar Nueva York.
Lo admito desde el principio: me puse los zapatos equivocados. No totalmente mal, pero no eran para “tres millas sobre el concreto de Nueva York”. Pero cuando Scott, nuestro guía (que lleva años viviendo en Brooklyn), nos llamó cerca del City Hall y empezó a señalar detalles curiosos del Woolworth Building, me olvidé del dolor en los pies. Tenía una forma de contar historias —como que Washington leyó la Declaración justo por ahí— que hacía que hasta el ruido del tráfico desapareciera por un momento. Había una brisa que olía a nueces tostadas de un carrito detrás de nosotros, y el perro de alguien no paraba de intentar unirse al grupo.
Cruzar el Puente de Brooklyn fue más surrealista de lo que esperaba. No solo por la vista (que, claro, Manhattan a la hora dorada es otro nivel), sino por esos pequeños momentos: ciclistas pasando rápido, niños asomándose entre los cables, Scott deteniéndose para mostrarnos una placa antigua que casi nadie nota. En un momento señaló dónde grabaron una escena de una serie de TV —no recuerdo cuál— y todos intentamos imitarla para una foto, con poco éxito. El puente vibra bajo tus pies si te detienes a escuchar. O será cosa mía.
DUMBO se sentía distinto —más tranquilo pero a la vez más vivo. Caminamos entre antiguos almacenes convertidos en tiendas y lofts modernos, y Scott nos contó quiénes vivían ahí antes de que el barrio se pusiera de moda. Nos llevó a ese punto bajo el Puente de Manhattan donde todos toman la foto famosa (sí, nosotros también). El aire olía a masa de pizza y a río; se escuchaba un saxofón desde el parque. Terminamos en el Brooklyn Heights Promenade justo cuando las luces de Manhattan empezaban a encenderse. Mis pies ya no daban más, pero ¿sabes qué? Valió totalmente la pena. A veces aún recuerdo esa vista cuando estoy atrapado en el metro.
El recorrido es de unas 3 millas y dura aproximadamente 3 horas.
Sí, todas las áreas y superficies son accesibles para sillas de ruedas.
Sí, se hacen paradas en lugares famosos para fotos en DUMBO y a lo largo del camino.
Scott, que lleva 30 años viviendo en Brooklyn, es quien guía los tours.
Sí, hay opciones de transporte público cerca de los puntos de inicio.
No incluye almuerzo, pero hay tiempo para pizza o para explorar DUMBO.
Sí, los bebés pueden ir en cochecito o silla especial para infantes.
El tour va desde City Hall, cruza el Puente de Brooklyn, pasa por DUMBO y termina en Brooklyn Heights Promenade.
Tu día incluye un paseo guiado de tres horas desde Manhattan cruzando el Puente de Brooklyn hasta DUMBO, con muchas oportunidades para fotos y anécdotas; Scott comparte su conocimiento local durante todo el recorrido. El grupo es pequeño para facilitar la conversación, y hay tiempo para disfrutar una pizza o buscar tesoros vintage en DUMBO antes de terminar en Brooklyn Heights Promenade con esas vistas del skyline que seguro has visto en películas.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?