Recorre las calles vibrantes de Greenwich Village con un guía local, prueba el famoso falafel y la pizza doble corteza de alcachofa antes de relajarte en Washington Square Park. Ríe con papas belgas y termina en una pastelería de cupcakes con mucho encanto. Este tour no es solo comida: es historia, música y conexiones inesperadas.
Empezamos a recorrer las callecitas de Greenwich Village, con nuestro guía llamándonos con una sonrisa que parecía la de un viejo amigo. La ciudad ya vibraba: se escuchaba un saxofonista tocando desde una ventana arriba, y el aroma a café flotaba en el aire, aunque no sabía de dónde venía. Primera parada: falafel en un local diminuto que lleva aquí desde los 70. Había probado falafel antes, pero nada como este: crujiente por fuera, tierno y caliente por dentro, tanto que casi me quemo la lengua por no esperar a que se enfriara. Nuestro guía nos contó cómo cambió el barrio a lo largo de los años, señalando murales y detalles que nunca habría notado si hubiera ido solo.
Cruzamos Washington Square Park justo cuando un grupo de estudiantes de NYU hacía una especie de improvisación cerca del arco — la gente aplaudiendo, palomas volando por todos lados. Hay algo en ese lugar; es caótico pero a la vez tranquilo. Puedes sentarte en un banco y ver pasar a todos: jugadores de ajedrez concentrados en sus partidas, un tipo vendiendo poemas por cinco dólares, niños alimentando a las aves (y luego corriendo cuando se les acercaban demasiado). El Stonewall Inn estaba a la vuelta de la esquina — nuestro guía se detuvo un poco más de lo habitual para hablar en voz baja sobre lo que pasó en 1969. No esperaba sentir nada, pero… sí. Eso se queda contigo.
En cuanto a la comida, es casi imposible elegir una parada favorita. La porción de pizza de alcachofa era tan cremosa y gruesa que parecía una lasaña sobre pan (sé que suena raro, pero créeme). En Faicco’s probamos unas bolitas de arroz y sopressata — saladas, masticables, perfectas con un sorbo de agua porque si no, te quedas masticando para siempre. ¡Ah! Y en Pommes Frites tenían papas fritas con más salsas de las que conocía; Li me retó a probar la mayonesa de piña vietnamita que… en serio, funcionó. La cerveza también estaba bien fría si querías. Terminamos en una pastelería de cupcakes donde todo parecía un comedor escolar de película antigua — columpios en lugar de sillas, loncheras por todos lados. Mi cupcake tenía demasiado glaseado, pero de alguna forma me lo terminé.
De vez en cuando sigo pensando en esa tarde — cómo caminar esas cuadras se sentía distinto cuando alguien te mostraba todas las capas que hay debajo. No todo tenía sentido o encajaba perfectamente, pero quizás eso es lo que hace que Greenwich Village se sienta tan auténtico.
El tour incluye varias paradas por Greenwich Village y suele durar unas 3 horas.
Sí, el almuerzo está incluido junto con agua embotellada durante el recorrido.
Hay opciones vegetarianas; solo avisa a tu guía al inicio del tour.
Sí, caminarás por Washington Square Park como parte del recorrido.
El tour es apto para todas las edades; bebés y niños pequeños pueden ir en cochecito.
Puedes comprar cerveza o vino en dos paradas durante el tour si quieres.
La ruta es completamente accesible para sillas de ruedas, incluyendo opciones de transporte cercanas.
Tu día incluye un paseo guiado por Greenwich Village con muchas degustaciones: falafel, porciones de pizza (sí, más de una), papas belgas con varias salsas, bolitas de arroz arancini, salami sopressata, además de agua embotellada y almuerzo. Terminarás en una pastelería de cupcakes premiada antes de continuar por tu cuenta.
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