Si te interesa el lado más oscuro de Galveston y quieres caminar donde se dice que aún vagan fantasmas reales, este tour es para ti. Escucharás relatos que solo los locales conocen y descubrirás rincones misteriosos de edificios históricos cuando cae la noche—ideal si te gusta la historia con un toque de escalofríos.
El aire se sentía denso al pisar las viejas aceras de ladrillo del Strand. Nuestro guía, un local que ha vivido más de un suceso extraño, nos empezó a contar frente a la antigua estación de tren. De día parece normal, pero de noche casi se escuchan los ruidos lejanos de trenes y risas de multitudes que ya no están. Nos habló de William Watson, el ingeniero que hacía acrobacias en los motores en marcha solo por diversión. Es increíble imaginar ese espíritu tan temerario aquí ahora, sobre todo sabiendo cómo terminó su historia. La leyenda de su sombrero derby que quedó a un kilómetro de distancia aún me puso los pelos de punta.
Seguimos hacia uno de esos hoteles antiguos y majestuosos, imposible perderse con sus pisos que crujen y luces que parpadean en el vestíbulo. Se siente como si alguien te vigilara desde las ventanas de arriba. Dicen que algunos huéspedes se registraron y nunca se fueron. Por las noches se oyen sollozos en las escaleras o se ve a un soldado de la Guerra Civil caminando con su uniforme completo. Incluso hablan de un niño jugando en los pasillos, que según los locales fue atropellado justo afuera hace años. Alguien bromeó con que hay un fantasma que desempaca tu maleta, algo que nos habría venido de maravilla después de un día tan largo.
La última parada fue en el Grand Opera House, con su encanto gastado: asientos de terciopelo rojo, detalles dorados y ese olor a teatro antiguo que nunca desaparece. Nuestro guía nos contó la historia de Charles F. Coghlan, un actor británico cuyo ataúd fue arrastrado desde Galveston hasta Prince Albert Sound tras la Gran Tormenta. Me imaginé su espíritu esperando entre bambalinas a un público que nunca llegó. El viento se levantó mientras estábamos afuera y juraría que escuché aplausos resonando por la calle vacía.
¡Claro! Los niños son bienvenidos y puedes llevar cochecitos sin problema en esta ruta.
Por supuesto, los animales de servicio están permitidos durante todo el recorrido.
Sí, todas las áreas y superficies del tour son accesibles para sillas de ruedas.
La experiencia dura aproximadamente 90 minutos de principio a fin.
Un guía local experto te acompañará, conociendo a fondo las historias embrujadas de Galveston. La ruta es totalmente accesible para sillas de ruedas y cochecitos, para que todos puedan disfrutar cómodamente.
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