Entra a Northlandz en Flemington con una entrada interior que te evita las filas. Recorre a tu ritmo paisajes en miniatura llenos de detalles y escucha las historias del personal amable sobre cómo se creó todo. Los detalles te sorprenderán y quizás despierten una nostalgia inesperada.
Casi me paso la entrada a Northlandz — el GPS se volvió loco, o quizás fui yo. Al final llegamos a este lugar discreto en Flemington, esperando algo pequeño. Pero el edificio es mucho más grande de lo que parece desde afuera. El correo con las entradas llegó al instante (siempre me pongo nervioso por eso), así que solo mostramos el ticket en la puerta y entramos sin hacer fila — un alivio porque mi sobrino ya estaba inquieto.
Adentro, el ambiente es más tranquilo de lo que imaginaba. Se escuchan las voces de los niños rebotando en las paredes y un leve olor a pegamento para madera, o tal vez a trenes antiguos — difícil decir, pero me recordó al sótano de mi abuelo. Hay un momento especial cuando ves ese mundo en miniatura extendiéndose bajo el vidrio — puentes, pueblos diminutos, hasta montañas. Nuestro guía no era oficial, solo un empleado llamado Mike que nos contó que Bruce Zaccagnino construyó todo esto él solo durante décadas. Señaló una zona que parecía Suiza y sonrió cuando mi sobrino pegó la nariz al cristal.
Los detalles son impresionantes — pequeñas personas pescando en un estanque, trenes que se deslizan por túneles tan pequeños que tienes que entrecerrar los ojos. Intenté pronunciar uno de los nombres en un cartel; Li (mi amiga) se rió y dijo que parecía que hablaba marciano. Paseamos por horas sin prisa — nadie nos apuró ni estuvo encima. Se volvió casi una experiencia meditativa, solo siguiendo las vías y dejando que la mente volara.
No esperaba emocionarme con trenes en miniatura, pero hay algo en ver el trabajo de toda una vida desplegado así — esas luces diminutas que se encienden al caer la tarde. Salimos con los pies cansados y una extraña nostalgia que no sé explicar. Si estás cerca de Flemington y buscas algo diferente (y seco si llueve), esta entrada interior vale totalmente la pena. Aún me acuerdo de esos pequeños mundos de vez en cuando.
Sí, Northlandz es completamente accesible para sillas de ruedas durante todo el recorrido interior.
Puedes mostrar la entrada enviada por correo en tu móvil o llevar una copia impresa para entrar.
Sí, hay opciones de transporte público cerca para llegar fácilmente.
Sí, los bebés son bienvenidos y pueden ir en cochecito o carriola durante la visita.
No, para el paseo en tren al aire libre debes comprar un ticket aparte.
La visita es a tu ritmo; la mayoría pasa entre 1 y 2 horas explorando el interior.
Sí, los bebés deben ir en el regazo de un adulto si no están en cochecito o carriola.
Tu visita incluye la entrada completa al interior de Northlandz Miniature Wonderland en Flemington sin cargos extra ni sorpresas; solo muestra tu ticket digital para entrar directamente en horario regular y disfruta de accesibilidad total para cochecitos y sillas de ruedas durante tu recorrido autoguiado.
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