Empieza tu mañana con recogida fácil en Waikiki y entrada sin colas directo a los senderos del cráter de Diamond Head. Disfruta las historias de tu conductora local mientras pasas por Kapiolani Park, luego sube a tu ritmo para vistas panorámicas de Honolulu y el Pacífico. Agua fría y caras amables completan un recuerdo auténtico de Hawái que querrás revivir una y otra vez.
El día empezó con esa brisa un poco salada que solo se siente cerca de la playa de Waikiki, y la verdad, yo aún estaba medio dormido cuando llegó el shuttle. Nuestra conductora—se presentó como Malia—nos saludó con una sonrisa y un “¿Listos para esto?” Los asientos tenían esos estampados de hula girls que me sacaron una sonrisa, y mientras pasábamos junto a los primeros surfistas y corredores en la arena, me sorprendí sonriendo también. Hay algo especial en que te lleven fuera de la ciudad antes de que el café haga efecto. Malia señaló el parque Kapiolani a la izquierda—árboles banyan enormes que daban sombra a gente haciendo tai chi (o tal vez solo estiramientos, no estaba claro). Parecía que todos estaban despiertos menos yo.
El trayecto no fue largo, pero le alcanzó a Malia para contar una historia rápida sobre el nombre hawaiano de Diamond Head—Leahi—y cómo los locales usaban ese punto para avistar incendios. Intenté repetir “Leahi” y ella se rió, dijo que sonaba más a un estornudo. El shuttle nos dejó justo en la entrada, donde tener las entradas reservadas nos permitió entrar directo mientras otros se quedaban esperando confundidos. En la entrada se sentía un leve aroma a plumeria mezclado con bloqueador solar—muy Oahu. La caminata es mayormente zigzagueante con escalones de concreto antiguos; no es muy difícil si vas tranquilo (como hice yo). Un par delante de mí paraba cada pocos minutos para fotos—yo fingía admirar el paisaje para que no pareciera que estaba sin aliento.
Cerca de la cima el viento se levantó y se veía todo Honolulu extendiéndose abajo, con el océano en ese azul increíble que solo ves en postales. El lugar estaba lleno de ruido—niños riendo, alguien tocando ukulele a un lado, clics de cámaras—pero luego se sentía un silencio raro cuando mirabas todo desde arriba. Esa parte no me la esperaba. Mis piernas estaban hechas gelatina pero mi mente, por primera vez, clara. Nos quedamos más tiempo del planeado porque nadie quería ser el primero en irse.
La bajada fue más rápida, piernas temblorosas pero ánimo alto (y sí, me olvidé del bloqueador en el cuello). Malia nos esperaba junto al shuttle y repartió botellas de agua fría como una heroína. De regreso, pasando por Kapiolani Park, señaló un arcoíris sobre Waikiki y dijo que era buena suerte. Quizá lo dice todos los días, pero a mí me hizo sentir más ligero de alguna forma.
Sí, el shuttle ida y vuelta recoge diariamente en hoteles de Waikiki Beach.
Sí, las entradas con reserva están incluidas para evitar filas y cargos extra.
La caminata es accesible para la mayoría con condición física moderada; hay algunas superficies irregulares y escaleras.
Es autoguiado; caminas a tu ritmo tras la bajada en Diamond Head.
Lleva bloqueador solar, calzado cómodo, agua (aunque te dan agua fría al final) y quizá un sombrero.
La subida suele tomar entre 30 y 60 minutos según tu ritmo.
Sí, los bebés pueden ir pero deben sentarse en el regazo de un adulto durante el transporte.
Sí, los animales de servicio están permitidos en esta experiencia.
Tu día incluye shuttle ida y vuelta desde hoteles en Waikiki Beach a bordo del icónico Hula Girl Trolley, entradas reservadas para Diamond Head State Park sin filas ni cargos extras, además de agua fría después de la caminata antes de regresar pasando por Kapiolani Park hacia Waikiki.
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