Saldrás de Anchorage hacia la oscuridad salvaje de Alaska con un grupo pequeño y un guía fotógrafo local que sabe dónde buscar la aurora boreal. Habrá bebidas calientes, mantas, ayuda con tu cámara (o solo el móvil), y retratos bajo las luces del norte si aparecen. Lo que te quedará no son solo las fotos, sino ese extraño silencio cuando todos miran al cielo al mismo tiempo.
Salimos de Anchorage justo después de que oscureciera, con la calefacción del van encendida y el café calentando mis manos. Nuestro guía, Mark, tenía esa forma tranquila de hablar sobre la aurora: sin prometer nada, solo explicando cómo funcionan los pronósticos y dónde podríamos tener suerte esa noche. Recuerdo pasar por barrios aún iluminados con luces en los porches antes de que la ciudad quedara atrás y el Parque Estatal Chugach comenzara a envolverlo todo. El aire afuera era cortante cuando paramos en el inicio del sendero Glen Alps; olía a pino y a algo metálico, apenas perceptible en el frío. Mark repartió mantas y me enseñó a usar un trípode (no soy muy fotógrafo, pero no me hizo sentir torpe).
Probamos un par de lugares — Mt. Baldy fue uno, todo viento y cielo abierto. Cerca de Palmer, Mark nos sirvió té de su termo mientras revisaba su teléfono para ver otro pronóstico. Conocía todos esos trucos para mantenerse caliente sin que se empañara la lente de la cámara (a mí no me funcionó — mi aliento seguía arruinando las fotos). Hubo un momento en que alguien señaló hacia el norte y todos nos quedamos en silencio: delgados lazos verdes empezaron a parpadear sobre Hatcher Pass. No era una escena de película — más bien un pulso lento que casi se pierde si hablas demasiado. Intenté decir “aurora boreal” en español (fatal), y eso hizo que una de las otras personas se riera tanto que casi derrama su té.
Me hicieron un retrato con esa extraña luz verde detrás — no sé si alguna vez lo imprimiré, pero sigo mirándolo. El regreso fue somnoliento, todos envueltos en mantas o revisando fotos que parecían negras hasta que acercabas bien. Aún ahora puedo escuchar ese silencio — no es silencio total, sino ese susurro que solo se siente lejos del ruido de la ciudad. Si estás pensando en un tour de auroras en Anchorage, ten en cuenta que no se trata de cazar la foto perfecta. Es más bien esperar juntos a que algo aparezca si tienes paciencia.
El tour sale después de que oscurece; la hora exacta varía según pronósticos y temporada.
Sí, se incluye recogida en alojamientos de Anchorage.
No, no hay garantía porque el clima y las auroras son impredecibles.
Sí, incluyen snacks y café o té durante la salida.
Claro, se proporcionan trípodes y el guía ayuda con los ajustes de la cámara.
El trayecto varía, pero la mayoría de los sitios están a 30–60 minutos del centro de Anchorage.
No se recomienda para niños pequeños; los bebés deben ir en el regazo de un adulto.
Podríamos visitar el inicio del sendero Glen Alps, el mirador de Mt. Baldy, la zona de Palmer, el río Knik o el área de gestión Hatcher Pass según las condiciones.
Tu noche incluye recogida en tu hotel o alojamiento en Anchorage, entradas para paradas en el Parque Estatal Chugach, uso de trípode para fotos (aunque nunca hayas usado uno), mantas para el frío, snacks y café o té servidos por tu guía — y si tienes suerte — un retrato bajo las cambiantes auroras de Alaska antes de regresar a las luces de la ciudad.
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