Viaja en ferry desde Marbella a Tánger con un guía local, monta en camello en la playa Achakkar con vistas al Atlántico, visita lugares históricos como el Cabo Spartel y las Cuevas de Hércules, recorre los coloridos zocos de la medina y disfruta de un auténtico almuerzo marroquí. Todo con recogida incluida. Prepárate para sensaciones únicas y recuerdos que perduran.
“¿Alguna vez has montado en camello?” nos preguntó con una sonrisa Youssef, nuestro guía, justo al pisar la playa de Achakkar, mientras el viento me jugaba con el pañuelo. Nunca lo había hecho y, para ser sincera, estaba más nerviosa de lo que aparentaba. Los camellos parecían tan tranquilos que uno me miró como si aquello fuera rutina. Salimos temprano de Marbella, el coche avanzaba por la Costa del Sol y el sol intentaba abrirse paso entre la bruma matutina. El ferry desde Tarifa fue rápido y algo surrealista: un momento estábamos en España y al siguiente, en Marruecos, con ese aire salado y un mosaico de idiomas a nuestro alrededor.
Youssef nos esperaba al bajar del barco con un cartel (mi nombre escrito casi bien) y nos sumergió en el ritmo de Tánger: taxis pitando, aromas de té de menta escapando de pequeñas cafeterías, niños corriendo entre los puestos. Condujimos por la cornisa junto al Palacio del Rey y paramos en el Cabo Spartel, donde realmente se puede ver cómo el Mediterráneo se une al Atlántico. No es solo una línea en el agua; se siente en el viento, más fresco, y ese azul salvaje me dejó sin palabras por un instante. En el Parque Perdicaris nos señaló árboles con corteza que parecía pintura vieja y nos contó la historia de un americano secuestrado allí hace años. No esperaba reír tanto con la historia.
Las Cuevas de Hércules eran más oscuras y frías de lo que imaginaba; la entrada por el mar realmente parece la forma de África si te fijas bien (Youssef insistió). Después llegó mi gran momento: subirme a un camello para un corto paseo por la arena mientras las gaviotas discutían arriba. Me temblaron las piernas al bajar, pero sobreviví, y Li no paró de hacer fotos. El almuerzo fue en un pequeño local escondido tras puertas azules en la medina; cuscús, tagine y pan tan caliente que empañaba mis gafas. El aroma a especias y carne a la parrilla aún me abre el apetito solo de recordarlo.
Después de comer, paseamos por la antigua kasbah de Tánger, callejuelas llenas de color y vida. Los zocos eran un caos encantador: cestas tejidas apiladas, alguien intentando vendernos babuchas (caí), hombres mayores jugando a las cartas bajo toldos desgastados. Youssef nos enseñó a reconocer el azafrán auténtico (todavía no estoy segura de si lo logré). Al final de la tarde estábamos de vuelta en el puerto para tomar el ferry de regreso, cansados pero llenos de energía por tantos sonidos y sabores nuevos. A veces viajar es demasiado para asimilar de golpe, ¿no? Pero aún ahora me sorprendo pensando en ese primer bocado de pastel de naranja o en el silencio dentro de las cuevas.
El tour es de día completo e incluye traslados, ferry (aprox. 1 hora por trayecto), visitas guiadas en Tánger, almuerzo y regreso.
Sí, el transporte privado te recoge en Marbella o zonas cercanas y te lleva de vuelta al terminar el tour.
Sí, es obligatorio llevar pasaporte válido para el control fronterizo al cruzar de España a Marruecos en ferry.
Incluye un almuerzo tradicional marroquí durante la visita en Tánger.
Sí, tendrás tiempo para explorar los mercados coloridos y comprar artesanía local en la medina.
El tour es accesible para sillas de ruedas y apto para todos los niveles físicos; se pueden solicitar asientos para bebés.
Visitarás el Cabo Spartel, las Cuevas de Hércules, la playa Achakkar (paseo en camello), el Parque Perdicaris, la kasbah y los zocos de la medina.
Tu día incluye recogida en hotel en Marbella o alrededores en vehículo privado con WiFi; billetes de ferry express ida y vuelta por Gibraltar; guía privado autorizado durante toda la visita en Tánger; entradas a lugares como Cabo Spartel y Cuevas de Hércules; paseo en camello en la playa Achakkar; agua embotellada más café o té/jugo; tiempo para recorrer los zocos; un auténtico almuerzo marroquí antes del traslado de regreso por la tarde.
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