Cruza en ferry de España a Marruecos y recorre la medina de Tánger con un guía local que conoce todos los atajos. Prueba msemen recién hecho en el desayuno, monta en camello en las dunas de Cap Spartel, ríe durante el almuerzo en el zoco y termina con un té en un hotel antiguo donde el tiempo parece detenerse. No es solo turismo, es vivir un día en otra piel.
Lo primero que recuerdo es cómo nuestro guía Hassan nos recibió al llegar a Marruecos, con una sonrisa sencilla y un “salaam” que me relajó tras el ferry. Había estado mirando al horizonte un buen rato, viendo cómo Tánger se acercaba entre la bruma marina. El puerto estaba lleno de movimiento y voces, gente saludando, taxis pitando. Hassan nos ofreció msemen recién hecho (una especie de tortita masticable) con miel para desayunar—dedos pegajosos, aroma dulce, y de repente sentí que realmente estábamos allí.
Cap Spartel soplaba más viento del que esperaba. Se podía oír el choque del Atlántico con el Mediterráneo, un rugido suave. Hicimos fotos en esas dunas arenosas mientras algunos se animaban a montar en camello (yo me rajé, pero me reí cuando uno se sentó en medio del paseo). De vuelta a Tánger, cada detalle llamaba la atención: puertas azules entreabiertas, niños jugando al fútbol en callejones, ese olor intenso a naranjas de los puestos callejeros. Nuestro minibús privado nos permitió disfrutar sin preocuparnos de perdernos o ir apurados.
La medina me pareció menos abrumadora de lo que imaginaba; Hassan nos llevó por callejuelas donde viejos jugaban a las cartas bajo toldos rayados. Nos señaló el Palacio del Sultán (cerrado los martes, así que entramos a una sinagoga), y luego nos metió en un mercado tan lleno de especias que estornudé dos veces seguidas. El almuerzo fue un tagine cocinado a fuego lento—cordero, albaricoques, almendras—y té de menta servido alto para que hiciera espuma en el vaso. En un momento Li intentó decir “gracias” en árabe; todos se rieron porque lo pronunció mal, pero nadie se molestó.
Terminamos en el Hotel Continental para tomar un café—azulejos por todas partes, luz tenue entrando por vidrios de colores. Hubo un instante de calma en el que observé a la gente entrar y salir, pensando en lo extraño y bonito que era estar en un lugar nuevo pero que ya se sentía un poco familiar. Si buscas una excursión desde Málaga o Tarifa que sea algo más que marcar casillas… entenderás a qué me refiero.
Sí, ofrecemos recogida en varios puntos de la Costa del Sol, incluyendo Málaga centro, Marbella, Estepona, Benalmádena, Torremolinos, Nerja y más, si eliges esa opción.
El trayecto en ferry entre Tarifa y Tánger suele durar aproximadamente 1 hora en cada sentido.
Sí, el tour incluye un almuerzo auténtico marroquí como parte de la experiencia.
El paseo en camello por las dunas del Atlántico en Cap Spartel es una actividad opcional durante la visita.
Sí, contarás con un guía privado experto e historiador que te acompañará durante toda la estancia en Marruecos.
Sí, el transporte está adaptado para sillas de ruedas y es apto para todos los niveles de movilidad.
Si el ferry de regreso se cancela por mal tiempo (algo raro), se organizará el regreso por otro puerto cercano, con comida y traslado incluidos.
Debes llevar tu pasaporte original; algunas nacionalidades necesitan visado electrónico antes de viajar. Revisa bien los requisitos antes de reservar.
Tu día incluye recogida en hotel de la Costa del Sol (si se selecciona), billetes de ferry ida y vuelta entre España y Marruecos, transporte privado en minibús amplio en ambos lados del estrecho, visitas guiadas por la medina y Kasbah de Tánger, mercados y zocos vibrantes, con paradas en Cap Spartel para fotos o paseo opcional en camello, además de desayuno y almuerzo marroquí antes de relajarte con un té o café en el histórico Hotel Continental.
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