Recorrerás las bodegas llenas de arte de Solar de Samaniego en Laguardia con un guía local, catarás tres vinos tintos diferentes entre libros y murales, y luego disfrutarás de un largo almuerzo tradicional con vistas a los viñedos—piensa en chuletillas de cordero a la parrilla sobre sarmientos y patatas a la riojana. Es una experiencia cálida, sensorial y sorprendente que se queda contigo mucho después de irte.
Lo primero que me llamó la atención fue el eco—voces suaves rebotando entre piedra y madera, en medio de barricas antiguas y enormes murales que parecían casi vivos. Acabábamos de entrar en Solar de Samaniego en Laguardia, y nuestra guía (creo que se llamaba Marta) sonrió al verme embobado mirando las paredes. Nos contó sobre la obra de Guido van Helten—rostros e historias pintadas directamente sobre los viejos almacenes. Olía a tierra mojada y a algo dulce que no lograba identificar. ¿Quizá uvas fermentando? O tal vez solo mi mente jugando trucos porque ya estaba pensando en la cata de vinos.
Recorrimos salas que parecían más bibliotecas que bodegas—libros entre botellas, la luz del sol reflejándose en el cristal. Hay una sala de lectura donde puedes sentarte con una copa de tinto y hojear libros de poesía gastados si te apetece. Marta se rió cuando intenté pronunciar “Félix María de Samaniego” (la verdad, lo hice fatal). Todo el lugar tiene un aire literario que no esperaba pero que me encantó. Aquí no solo se trata de vino; es una historia sobre historias.
Sigo pensando en esas chuletillas de cordero a la parrilla sobre sarmientos—el olor solo ya me hizo rugir el estómago antes de sentarnos a comer. También probamos las patatas a la riojana, contundentes y con un toque picante, y unos entrantes que cambiaban según la temporada (los nuestros tenían pimientos asados, buenísimos). Durante el tour catamos tres copas de sus vinos tintos—cada una con un sabor distinto, dependiendo de dónde estábamos o quizás de la luz que entraba por la ventana. El comedor da a filas de viñas que se extienden hacia las colinas de Laguardia. Entre bocado y bocado no podía dejar de mirar afuera, queriendo absorberlo todo, dentro y fuera.
Para el postre (arroz con leche—simple pero perfecto), todos en la mesa ya estábamos relajados. Se oía la risa de una pareja al lado intentando adivinar las especias de las patatas. El café llegó al final, lo suficientemente fuerte para sacarme del letargo. Me fui con los dedos manchados de vino por girar la copa demasiado y con ganas raras de leer más poesía española cuando llegara a casa.
Durante la visita se prueban tres copas de vino tinto.
Sí, al final del tour se sirve un almuerzo tradicional con menú fijo.
El menú incluye dos entrantes de temporada, patatas a la riojana, chuletillas de cordero a la parrilla con ensalada, arroz con leche de postre y café.
El menú estándar se centra en platos regionales con carne; no se especifican opciones vegetarianas.
Sí, es adecuada para personas de cualquier condición física.
Un guía local acompaña a los visitantes y comparte la historia de la bodega.
Sí, podrás ver murales monumentales de Guido van Helten y un diseño interior de Lázaro Rosa-Violán inspirado en la literatura.
Tu día incluye un recorrido guiado por las bodegas llenas de arte de Solar de Samaniego en Laguardia con tres catas de sus vinos tintos; luego disfrutarás de dos entrantes de temporada, patatas a la riojana, chuletillas de cordero a la parrilla con ensalada, arroz con leche de postre y café—todo maridado con su vino Crianza mientras contemplas las vistas a los viñedos antes de volver a casa satisfecho.
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