Vas a cruzar puentes colgantes sobre el desfiladero de Monachil, atravesar túneles frescos de piedra y detenerte junto a cascadas mientras tu guía local comparte historias y ánimos. Prepárate para zapatos embarrados, aire puro de montaña y momentos en los que solo importarás tú y el paisaje.
Ya estábamos entrecerrando los ojos mirando el primer puente colgante cuando nuestra guía, Ana, nos entregó los bastones de senderismo con una sonrisa que parecía esconder un secreto. El desfiladero de Monachil parecía casi tranquilo al principio — solo unos pocos madrugadores y ese olor terroso tan característico después de un día caluroso en Granada. Intenté equilibrar la mochila y la botella de agua (debería haber llevado menos peso), pero Ana nos animó con la mano: “¡Manos libres para esta parte!” dijo. Tenía razón. El puente se movía bajo mis pies con cada paso, las cuerdas crujían sobre el río — me hizo reír a carcajadas, quizá por los nervios o simplemente porque era muy distinto a caminar por la ciudad.
El camino no paraba de cambiar — un momento era ancho y soleado, al siguiente te agachabas para entrar en un túnel tan bajo que tuve que reptar de lado. Alguien detrás bromeó diciendo que parecía una aventura de Indiana Jones. Cerca de las cascadas había bolsas de aire fresco donde todo olía a humedad y verde, nada que ver con el polvo de afuera. Pasamos junto a un grupo de niños locales chapoteando en una poza; gritaban algo en español que no entendí, pero saludaron igual. Ana nos explicó cómo el agua ha ido esculpiendo la roca aquí — “Lo lleva haciendo miles de años,” dijo, y me hizo mirar mis zapatos embarrados y pensar en cuántos habrían pasado por ahí antes que yo.
No esperaba disfrutar tanto las partes más complicadas — pasar apretado entre rocas o agarrarme de esos pasamanos metálicos clavados en el acantilado. En un momento me paré a mirar cómo el sol se reflejaba en el agua mientras los demás seguían adelante. Se oían pájaros por todas partes, pero había una paz extraña (aún recuerdo esa vista). La ruta son solo unos 6,5 kilómetros, pero se siente mucho más intensa — tal vez porque siempre tienes que fijarte en dónde pisas o esquivar alguna rama.
Terminamos donde empezamos, con los zapatos sucios y las piernas cansadas de esa manera buena. Ana preguntó si alguien quería un café en la Casa Valentyna al otro lado de la calle — la verdad, sentarme allí con la taza entre las manos después de tanta subida fue uno de mis momentos favoritos. Así que sí, si buscas una excursión desde Granada que no sea solo turismo sino que te haga moverte (y reírte de ti mismo), Los Cahorros vale mucho la pena.
El recorrido tiene unos 6,5 kilómetros de longitud.
Sí, es ideal para familias, aunque requiere algo de agilidad en tramos estrechos.
Sí, hay túneles estrechos y zonas donde hay que agacharse o caminar con cuidado.
Sí, el transporte privado está incluido en la excursión desde Granada.
El punto de encuentro es frente a la Cafetería Casa Valentyna en Monachil.
No, no incluye comida; lleva algo para picar o come después en algún lugar cercano.
No, no es apto para personas con movilidad reducida o ciertas condiciones de salud.
Sí, la guía entrega bastones al inicio del recorrido para todos los participantes.
Tu día incluye transporte privado desde Granada a Monachil, guía local profesional durante toda la ruta que proporciona bastones de senderismo, y tiempo para relajarte en el punto de inicio antes de regresar.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?