Conduce tu propio VW Beetle descapotable por las serpenteantes carreteras de montaña de Gran Canaria con un guía local. Paradas en pueblos canarios, visita interactiva a una finca de aloe vera y un gran picnic con papas arrugadas y mojo. Siente la isla en su esencia: viento en el pelo, polvo en los zapatos y recuerdos inesperados.
“Tranquilo, te acostumbrarás a las curvas,” nos dijo el guía con una sonrisa mientras nos abrochábamos el cinturón en el VW Beetle descapotable — la pintura azul brillante ya llevaba polvo de la última subida por las montañas de Gran Canaria. Nunca había conducido algo así. Con el techo bajado y el sol acariciando mis brazos, ese primer tramo fuera del pueblo se sentía liberador. En el aire flotaba un aroma a hierbas silvestres (¿tomillo quizás?) y cada vez que frenábamos en un pueblo, los locales saludaban o asentían — no de forma turística, sino como si ya estuvieran acostumbrados a ver estos coches tan peculiares pasar.
La subida se puso seria después de Santa Lucía. Zigzagueamos entre terrazas de piedra y de repente apareció esa vista — La Fortaleza de Ansite sobresaliendo sobre el valle como sacada de una vieja leyenda. Nuestro guía nos contó su historia con una tranquilidad orgullosa; no entendí cada palabra, pero se notaba que le importaba mucho. En un mirador paramos y alguien pasó papas arrugadas con mojo (esa piel salada y el toque de ajo — la verdad, las comería todos los días si pudiera). El viento allí arriba era tan fresco que te despertaba si te relajabas demasiado bajo el sol.
No podía parar de reír al ver cómo todos en nuestra pequeña caravana pitaban o saludaban al cruzarnos con otro Beetle. En Fataga aparcamos bajo unas palmeras y entramos en el patio de una iglesia donde unos señores mayores jugaban a las dominó a la sombra. La luz era tan intensa que todo parecía casi irreal. Más tarde, en la finca de aloe vera — Li se rió cuando intenté decir “aloe” en español (lo pronuncié fatal), pero nos enseñó cómo cortan las hojas y nos dejó frotar un poco de gel en las manos. Olía a verde, con un toque dulce y amargo a la vez.
Todavía recuerdo ese último tramo hacia el Roque Nublo — nubes moviéndose rápido sobre nosotros, solo montañas a nuestro alrededor. No fue una conducción perfecta (me calé en una cuesta), pero a nadie le importó; formaba parte del día. Si quieres descubrir el lado más salvaje de Gran Canaria sin sentirte arrastrado en un grupo, este tour en VW Beetle es algo totalmente diferente.
Solo necesitas un permiso de conducir válido para coches; se aceptan licencias internacionales.
Sí, incluye un picnic tradicional canario con papas arrugadas, bocadillo y bebida (refresco, té o café).
Niños a partir de 4 años son bienvenidos; de 4 a 6 años gratis; de 7 a 12 años pagan 25 €.
Máximo 4 personas por coche.
Visitarás La Fortaleza de Ansite, Santa Lucía, San Bartolomé, Ayacata, el pueblo de Fataga y una finca de aloe vera.
No se incluye recogida en hotel; el punto de encuentro es donde empieza el tour.
El tour es apto para todos los niveles de forma física, pero no se recomienda para personas con problemas cardiovasculares graves.
Es obligatorio llevar calzado cerrado; también se recomienda protector solar y gafas de sol por la fuerte exposición.
Tu día incluye conducir tu propio VW Beetle clásico descapotable por las montañas de Gran Canaria con un experto local como guía. Pararás en lugares históricos como La Fortaleza de Ansite y en pueblos canarios con encanto como Fataga y Santa Lucía. Además, una visita práctica a una finca de aloe vera y un generoso picnic canario con papas arrugadas, mojo, bocadillos y bebidas antes de regresar por valles llenos de curvas.
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