Sentirás las texturas salvajes de Fuerteventura: la arena de las dunas de Corralejo bajo tus pies, el aire fresco en la iglesia de Betancuria, la brisa salada cerca de las cuevas de Ajuy. Con un guía local para solo 8 viajeros, conocerás historias de torres piratas y valles volcánicos. Risas en la furgoneta, muchas paradas para fotos (y ardillas), y recogida en hotel para que todo sea cómodo.
¿Conoces ese sonido cuando se abre la puerta de la furgoneta y entra el aire cálido? Así empezó nuestro día en Fuerteventura. Pepe, nuestro guía, ya tenía puesta música local, suave, y sonreía como si nos hubiera estado esperando toda la semana. Las carreteras aquí son casi hipnóticas: colinas marrones sin fin y de repente un destello verde o un pequeño pueblo blanco. La primera parada fueron las dunas de Corralejo, que parecían de mentira: una arena tan clara que me dolían los ojos. Intenté andar descalzo pero casi me quemo los dedos (debería haberlo sabido). Pepe las llamó “la puerta al paraíso”. Yo solo recuerdo el viento haciendo que todo pareciera más grande de lo que era.
Recorrimos pueblos antiguos donde el tiempo parece ir más despacio. Betancuria estaba tranquilo, salvo un grupo de señores jugando a las cartas bajo un árbol, que apenas nos miraron al pasar. Entré a la iglesia de Santa María (solo dos euros) y me senté un rato porque hacía fresco y olía a cera. La comida fue entre historias de piratas y erupciones volcánicas; al final perdí la cuenta de qué montaña era cuál. En las cuevas de Ajuy se olía el mar antes de verlo; una mezcla de sal y algo antiguo y terroso en los túneles. Caminar allí era como retroceder en el tiempo—Pepe nos contó sobre Jean de Béthencourt llegando hace siglos, pero yo estaba más pendiente de no resbalar en las rocas.
Las ardillas en el mirador de Las Peñitas eran muy atrevidas—una intentó treparme el zapato mientras hacía fotos a ese oasis tan raro abajo (¿cómo hay agua aquí?). La luz del sol cambiaba sobre el barranco y hacía que todo se viera distinto cada pocos minutos. Más tarde paramos en Sicasumbre para una última panorámica; para entonces la furgoneta ya se sentía como casa y todos estábamos más callados, quizá cansados o simplemente absorbiendo todo. A veces aún recuerdo esa vista cuando escucho el viento colarse por ventanas abiertas.
El tour dura unas 7 horas incluyendo todas las paradas.
Sí, la recogida y regreso al hotel o puerto están incluidos gratis.
Visitarás las dunas de Corralejo, las cuevas de Ajuy, el pueblo de Betancuria, miradores en la montaña como Sicasumbre y el barranco de Las Peñitas.
No, la comida no está incluida pero hay tiempo libre para comer en pueblos locales durante la ruta.
El grupo se limita a 8 viajeros por minivan para una experiencia más personalizada.
No se recomienda para personas con lesiones en la columna o que necesiten usar el baño con frecuencia.
No, las entradas no están incluidas; algunos sitios como la Catedral de Santa María pueden cobrar una pequeña entrada aparte.
El tour es apto para todos los niveles físicos pero no se recomienda para quienes sufren mareos o alergias a animales.
Tu día incluye transporte en minivan cómoda con aire acondicionado, recogida y regreso gratis al hotel o puerto, guía local experto que comparte historias en cada parada, muchas pausas para fotos o café en pueblos históricos como Betancuria, y tiempo libre para pasear o comer donde prefieras antes de volver relajado.
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