Te plantarás frente a faros azotados por el viento en la Costa da Morte, probarás empanadas caseras en un paseo en barco desde Finisterre y escucharás leyendas en Muxía, todo con tiempo para perderte por pueblos pequeños y compartir risas con vermú. No es solo paisaje; es historia y sal en la piel.
¿Alguna vez te has preguntado cómo se siente estar al borde del mundo? Yo sí, hasta que me encontré entre la interminable playa de Carnota y el viento implacable del faro de Finisterre, abrazándome la chaqueta mientras nuestra guía Marta señalaba la piedra del “km 0”. Me contó que aquí terminan los peregrinos su Camino, quemando calcetines viejos o simplemente mirando el Atlántico. El aire olía a sal y a un toque dulce, quizás por alguna empanada cercana. Nunca había visto una luz así: plateada pero a la vez intensa. Salimos temprano de Santiago y ya parecía otro planeta.
Luego llegó el paseo en barco desde el puerto de Finisterre. Pensé que sería muy turístico, pero estábamos en el agua con un grupo de locales charlando en gallego (solo pillé tres palabras). Pasaban empanadas caseras —de atún y otra que aún no logro identificar— y servían pequeños vasos de vermú. Al intentar decir “saúde” alguien se rió. El faro se veía aún más solitario desde el mar. Un silencio extraño, solo roto por gaviotas y el motor. No esperaba sentirme tan pequeño ahí afuera.
Después paseamos por el pueblo de Finisterre —Marta nos llevó a una pastelería por un bizcocho de almendra, pero me distraje con un pescador que arreglaba redes frente a su casa azul. Más tarde, en Muxía, las olas rompían con tanta fuerza cerca del Santuario da Virxe da Barca que se podía saborear la sal solo con estar allí. Nuestra guía nos contó leyendas antiguas: piedras que se mueven si tienes suerte (la mía ni se inmutó). La última parada fue el faro de Cabo Vilán; dentro de su museo casi podías oír los relatos de naufragios resonando en las paredes de piedra. O quizás era mi imaginación volando tras tanto aire de mar.
Es una excursión de día completo con salida desde Santiago de Compostela y varias paradas por la Costa da Morte.
Sí, durante el paseo en barco se sirven empanadas gallegas caseras y bebidas como vino, vermú, agua y refrescos.
La entrada al Museo de Cabo Vilán está incluida cuando está abierto al público.
La excursión incluye transporte privado con recogida en Santiago de Compostela.
La excursión es apta para todos los niveles físicos; se pueden solicitar asientos para bebés con 24 horas de antelación.
Sí, en Finisterre hay restaurantes con opciones vegetarianas además de comida local y comida rápida.
Los guías hablan español y a menudo inglés; durante el viaje también se escucha gallego entre los locales.
Tu día incluye transporte privado desde Santiago de Compostela, todas las entradas (incluido el Museo de Cabo Vilán cuando está abierto), seguro de viaje y un paseo en barco desde el puerto de Finisterre con empanadas gallegas caseras y vino, vermú o refrescos a bordo. También tendrás tiempo libre para probar más comida local en los pueblos costeros antes de regresar en un vehículo con aire acondicionado.
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